Opinión
¡Bailad mientras haya música!
Pedro Sánchez sabe que antes o después será investido presidente y, aunque no lo parezca, quizá es consciente de otros asuntos. El Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (Ecofin) recordó ayer a España que debe aprobar ajustes –recortes– estructurales por importe de 7.800 millones de euros o aumentar los ingresos –subir los impuestos– en la misma medida.
El Gobierno elude el tema, pero la desaceleración económica es intensa, como admiten incluso economistas del entorno socialista, como José Carlos Díez. «En el cuatro trimestre de 2018 –explica– se crearon 173.000 empleos, en el primer trimestre de este año 130.000 y en el segundo, solo 112.000». El documento «España avanza», presentado a Unidas Podemos como propuesta para un Gobierno de «cooperación», rechazado por Iglesias por poco ambicioso, también puede explicarse como la admisión por parte del Gobierno de que el horizonte es menos de color de rosa.
La reforma laboral no será derogada sino corregida Jesús Rivasés y las subidas salvajes de impuestos –bandera de los líderes podemitas– tendrán que quedarse en moderadas si no se quiere aplicar un rejonazo a la actividad económica, es decir, al empleo. Sánchez sabe que no tiene urgencias, pero también que debe evitar errores de política económica. Octavio Granado, secretario de Estado de Seguridad Social y verso suelto gubernamental, acaba de recordar que «los socialistas lo hicimos fatal en 2008. Dejamos que se destruyeran tres millones de empleos».
La crisis estaba ahí, pero –en tiempos de Zapatero– lo más cómodo era negarla. Poco antes, en julio de 2017, Chuck Prince, consejero delegado del Citigroup, avanzó lo que ocurriría de una manera muy gráfi ca: «Cuando la música pare, en términos de liquidez –abundancia de dinero fácil–, las cosas serán complicadas. Sin embargo, mientras la música suena, tienes que levantarte y bailar». Un decenio y una Gran Recesión más tarde, la historia parece repetirse y la deuda y las cuentas públicas españolas se sostienen porque el dinero es gratis. Todavía más, España es de esos países que disfruta del contrasentido de cobrar por endeudarse.
Sánchez bailará sin parar mientras haya música, pero él sí sabe –Zapatero lo tuvo que aprender– que la música dejará de sonar y que entonces no puede tener a Iglesias en el Consejo de Ministros. O no, como diría Rajoy. ¡Bailad mientras haya música!
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