Opinión

Empatía

Hace tiempo que no hablo de las víctimas del terrorismo, poco a poco podemos decir que hemos ido aprendiendo a pasar página, como tan insistentemente se nos ha exigido siempre, porque no nos ha quedado otra opción, aunque en nuestro caso creo que es más correcto decir que hemos tenido que cambiar de libro, directamente, ya que la vida que teníamos antes del zarpazo del terrorismo, se rompió en mil pedazos, para siempre, especialmente en los casos en los que ha quedado una familia descabezada, destrozada, sin la esperanza ni la ilusión de retomar el camino. Porque es mucho más difícil sobreponerse a una pérdida tan cruel, cobarde y completamente inútil. Que tu familia se quede atroz e intencionadamente despedazada, sin un sentido, sin un motivo ni una justificación que pueda ayudar a eso que siempre se nos pidió (quizás con escasa empatía), que teníamos que mirar hacia delante, es una injusticia pero hemos sabido llevar nuestro dolor con dignidad. Jamás nos tomamos la justicia por nuestra mano. Pero a cambio sólo pedíamos justicia.

El colectivo de víctimas Covite no se cansa de denunciar ante la Audiencia Nacional posibles delitos de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas, en hechos como que decenas de personas homenajearan en Vitoria al etarra Ramón López de Abetxuko, quien asesinó al comandante de caballería, Jesús Velasco y al jefe de la Policía Municipal de Vitoria, Eugenio Lázaro. También denunciaron que centenares de personas recibieran en San Sebastián entre vítores al etarra Javier Balerdi, condenado por cinco asesinatos, bajo la casa de alguna de sus víctimas. Y otras más denuncias que han terminado archivándose. En ningún lugar de Europa existe tal falta de empatía por las víctimas.

Como afirma Covite: «El brazo político de ETA está ahora en las instituciones trabajando por imponer desde ellas el mismo proyecto por el que ETA mataba. Los homenajes a terroristas se siguen produciendo semanalmente en el País Vasco y en Navarra con total impunidad». Solo pedimos empatía y comprensión para que nuestras voces se escuchen y respalden.