Opinión

Penitencia europea para Borrell

Pedro Sánchez defiende que Pablo Iglesias no puede estar en el Gobierno y que ese es «el principal escollo para que haya un acuerdo». El inquilino de la Moncloa intenta que Nadia Calviño sea directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras el Parlamento Europeo tiene pendiente otorgar el visto bueno a José Borrell como jefe de la diplomacia de la Unión Europea. Para la estrategia internacional del líder del PSOE, ahora influyente en Europa, Iglesias, un leninista digital, es una compañía tóxica y, tras el referéndum de Podemos la investidura de Sánchez la semana que viene, no es imposible, pero si muy improbable.

José Borrell, aunque ocurrirá a la vuelta del verano, tendrá más suerte en el Parlamento Europeo, que ya se lo puso difícil a Ursula von der Leyen, incluida una votación muy ajustada, para ser presidenta de la Comisión Europea. El ministro de Asuntos Exteriores, que estuvo presente en esa sesión, sin duda habrá tomado notas. Tiene prestigio europeo, pero también es la bestia negra de los independentistas catalanes, que están en el Parlamento Europeo y que tienen aliados, que pueden organizar algo de ruido. El problema de Borrell, sin duda subsanable, es que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lo multó por usar información privilegiada cuando era consejero de la empresa Abengoa. Todo se complica porque el titular de exteriores, que rechaza que hiciera nada irregular, salvo «una falta administrativa», no recurrió la sanción de la CNMV. Alegó que cuando fue firme él era ministro y que el procedimiento le obligaba a presentar un recurso de alzada ante el ministerio de Economía. Hubiera significado que un miembro del Ejecutivo pleiteaba contra el Gobierno del que formaba parte. «Políticamente –explicó– podría dar lugar a muchas lecturas». La operación sancionada fue la venta, por 9.000 euros, de unas acciones que formaban parte de la cartera de un familiar. Borrell siempre ha negado que usara información privilegiada porque de haberla tenido y utilizado no habría incurrido en las pérdidas «elevadas, muy elevadas» que sufrió con sus inversiones en esa empresa. Es un asunto, en principio menor y, desde luego, no existen indicios de que se beneficiara de información privilegiada. La sanción de la CNMV, sin embargo, sigue ahí y puede servir de munición en el europarlamento para cargar, por lo menos, con una pequeña penitencia. Saldrá adelante, pero quizá pase un mal rato, que todavía sería peor si Iglesias, ambiguo con el proyecto europeo, formara parte del Gobierno.