Opinión
Caballo de Troya en la Moncloa
Pedro Sánchez, según el guión de la farsa político–parlamentaria escenificada en el Congreso, será investido presidente mañana jueves. Renovará su contrato de alquiler de la Moncloa por casi cuatro años, pero también habrá perdido parte del Gobierno. Además, acaba de dar oxígeno a un líder –Pablo Iglesias– y a un partido que estaban en sus momentos más bajos y al que va a entregar el altavoz de una vicepresidencia, aunque sea con contenido mínimo, un Caballo de Troya en definitiva desde el que le fiscalizarán y condicionarán la acción de Gobierno. Iglesias, y nunca lo perdonará, no será ministro ahora, pero cuando lo tenía casi todo perdido, le ha ganado por la mano a Sánchez.
Los socialistas viven obsesionados con evitar el «sorpasso» de Unidas Podemos, que ya estuvo a punto de producirse en 2017. Ahora Sánchez acaba de dar munición de calibre grueso al partido que quiere borrar del mapa al PSOE y que, generacionalmente, puede hacerlo. Un error de los socialistas que podría figurar entre los que analizan los politólogos, como aquel de Jacques Chirac que adelantó unas elecciones confiado en la victoria y perdió, algo que quizá le han recordado sus asesores al inquilino de la Moncloa y por eso le habría entrado el vértigo ante una repetición electoral.
Pedro Sánchez, que tampoco olvidará los malos tragos que le ha hecho pasar –y le hace– Iglesias, confía en el tiempo y en su legendaria capacidad de resistencia y supervivencia para recuperarse de esta derrota. La política, no obstante, también es una sucesión interminable de invencibles derrotados, la mayoría más ilustres que el líder del PSOE. Es un firme convencido de que los duelos, en el poder, son menos y que, como explicó Andreotti, lo que desgasta es la oposición, salvo que tu propio Gobierno sea quien te haga la vida imposible porque su objetivo es destruirte, aunque ahora haya ingenuos que sostienen que la coalición es una forma de que Unidas Podemos se institucionalice. Sánchez, con la derrota entre las manos, ordenó ayer a su equipo que cerrara un acuerdo con urgencia con Iglesias y los suyos porque expiran los plazos. Nada justifica que no se hiciera antes, lo que avalaría a los defensores de un cónclave político, encierro incluido, para agilizar todo. Un Caballo de Troya morado está ya a las puertas de la Moncloa, a punto entrar en el Consejo de Ministros con el único objetivo de arañar cada vez más poder y después destruir, para sustituirlo, al propio Sánchez.
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