Opinión

Patriotismo o nacionalismo

Ortega y Gasset en 1921 hablaba de la invertebración de España, una tesis sobre el origen y la formación de la nación española y emitía un diagnóstico demoledor de la explosiva situación social de nuestro país en el momento en que escribió su libro. Décadas después de su análisis, España ya no es el país socialmente invertebrado que describió, las distintas instituciones que configuran el Estado han aprendido a dialogar entre sí. Ni la Iglesia, ni el Ejército, ni la Judicatura son poderes aislados, ni practican la política del compartimento estanco que denunciaba, pero indiscutiblemente sigue infectada del particularismo nacionalista y la maldita conllevancia orteguiana sigue siendo el centro del debate sobre la cohesión de nuestra patria. Después del pacto constitucional de 1978, los funcionarios gobernantes han sido incapaces de zanjar de una vez por todas la vertebración sentimental de España, cediendo las competencias claves de la educación a los partidarios de la secesión, y que con malvada habilidad han ideado un imaginario pedagógico lleno de despropósitos y falsedades. Mientras se creaba un relato inventado sobre el pasado común, se manipuló torticeramente la necesaria normalización del catalán, obligando a una inmersión lingüística que ha supuesto de facto la exclusión del castellano como lengua común. Paralelamente han sido millones los euros invertidos en medios de comunicación, los que han provocado el estallido del sentimiento nacionalista entre los catalanes. Las tesis orteguianas de la invertebración española, formuladas hace ya casi cien años, siguen presentes en nuestra sociedad. Lo que se está primando actualmente es un concepto diametralmente opuesto, esto es la desintegración de España, en el que las partes del todo comienzan a vivir como todos aparte, lo que Ortega le llama particularismo. La nación por encima de la patria. Los separatistas y los separadores, tienen su proyecto, no es amor a la patria sino el odio al resto de pueblos de España lo que promueven, confirmando lo que dijo el General de Gaulle «El patriotismo es amar a tu país, sin embargo, el nacionalismo es detestar el país de los otros». Combatir las entelequias del nacionalismo que se generan en Barcelona, Bilbao o en Madrid, y fomentar el auténtico patriotismo que se nutre de vínculos ciertos y amores palpables.