Opinión

Si Casado ofreciera la gran coalición...

Pedro Sánchez, la «vice» Calvo, la portavoz Celaá, y el poderoso ministro Ábalos intentan trasladar también –más allá de Iglesias– la responsabilidad de que no haya Gobierno a los populares de Casado y de refilón, porque lo han dejado por imposible, a Albert Rivera. La elección de María Chivite como presidenta de Navarra, con el apoyo de Bildu, que ha dejado claro que tiene la llave de ese Gobierno, le ha entregado –si la necesitaba– la coartada perfecta a líder del PP para descartar cualquier posibilidad de esa abstención. El futuro, sin embargo, no está escrito. Los debates de la investidura fallida, duros y broncos entre Sánchez e Iglesias y las salidas de tono de Rivera –«la banda» le pasará factura– elevaron la imagen de Casado como un político más sosegado y de Estado y lo reafirmó como único líder posible del PP.

Nadie discute al sucesor de Rajoy, guste más o menos su equipo de confianza, pero muchos intentan influir. Dirigentes veteranos del partido, que aceptan que su tiempo ha pasado, pero todavía con alguna aspiración, le sugieren/presionan para que sea él quién, tras rechazar la abstención, proponga a Pedro Sánchez una gran coalición, PSOE-PP, que sumaría 189 diputados, 190 si se apunta Revilla. Los defensores de esa opción prevén que el líder socialista rechazaría la oferta, pero defienden que beneficiaría las opciones del PP en futuras citas electorales y consolidaría más la imagen de Casado como hombre de Estado. La estrategia es tan arriesgada como diabólica, por atractiva que pueda resultar.

El líder del PP la conoce y sigue a lo suyo, también con la duda de si prefiere elecciones anticipadas, como apunta Cayetana Alvarez de Toledo, o desgastar a Sánchez desde la oposición, en un horizonte económico más complicado.