Opinión

Nadia y el holandés impertinente

Nadia Calviño, ministra de Economía en funciones, quizá soñó de verdad ser directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque sabía que era muy difícil. Para la economía española, puede resultar paradójico, pero quizá sea lo mejor si sigue en el futuro Gobierno que forme Pedro Sánchez, en septiembre o más adelante, tras otras elecciones. Calviño, la funcionaria de más alto rango que ha tenido España en la Unión Europea, conoce los secretos de la selva de las instituciones europeas y, lo que tal vez sea más decisivo, tiene complicidades. Además, y no es lo menos importante, ha sido la voz más ortodoxa en el Gobierno de Sánchez y sus logros se miden más por lo que ha evitado –intervencionismo radical y todavía mayor dispendio en los famosos viernes sociales, por ejemplo– que por lo que ha hecho. Existen dudas sobre sus relaciones con la titular de Hacienda, María Jesús Montero, pero ha sido la cara económica moderada del Gobierno, aunque su predecesor, Luis de Guindos, ahora vicepresidente del BCE, albergue dudas. Ambos son Técnicos Comerciales del Estado y se respetan, pero mantienen las distancias y afloran recelos. La salida de Calviño al FMI obligaba a Sánchez a encontrar un relevo con un perfil similar y no era sencillo. Por eso, el fiasco –previsible–puede aportar ventajas a España.

Las posibilidades de Calviño, con Guindos en el BCE y Borrell al frente de la diplomacia europea, eran mínimas. Además, aunque no ha sido decisivo porque no llegó a nada, el coqueteo de Sánchez con Unidas Podemos –comunistas rancios como son vistos fuera de España– complicaba las opciones de la ministra. Calviño se retiró a tiempo, cuando era obvio que no sería elegida. Paradojas de la vida, un aspirante español volvía a tropezar con el favorito, ese holandés impertinente que es Jeroem Dijsselbloem, que ya cerró el paso a Guindos para presidir el Eurogrupo, y famoso por despreciar a los países del sur de Europa al afirmar que «como socialdemócrata, atribuyo a la solidaridad una importancia excepcional. Pero el que la solicita, tiene también obligaciones. Uno no puede gastarse todo el dinero en copas y mujeres y luego pedir ayuda». Tardó en disculparse. Justicia poética. La Eurozona eligió a la búlgara Georgieva para el FMI y el holandés impertinente, derrotado, se queda sin poltrona. Bueno para España por partida doble.