Opinión
La economía otra vez, estúpido
La Reserva Federal (FED), que es el equivalente USA del Banco Central Europeo (BCE), bajó los tipos de interés la semana pasada 0,25 puntos y los dejó entre el 2 y el 2,25%. La decisión fue adoptada por mayoría, no por unanimidad –dos votos en contra de doce–, algo infrecuente en la institución que preside Jerome Powell. Donald Trump, que quería una bajada mayor y presionó para conseguirla, no ocultó su disgusto. La FED, como el BCE, es independiente del Gobierno y el presidente no puede obligarle a adoptar ninguna medida, por mucho que lo intente. Powell, que fue nombrado por el inquilino de la Casa Blanca, le ha hecho caso a medias, aunque sí ha adelantado que, por ahora, no volverá a recortar los tipos de interés. La economía americana suma 122 meses de crecimiento ininterrumpido, el periodo más largo de la historia y, como recuerdan los expertos, solo es cuestión de tiempo que llegue una recesión aunque sea débil. El objetivo de Trump es que esa crisis llegue después de las próximas elecciones, porque si llega antes sus posibilidades de ser reelegido pueden evaporarse. Desde principios del siglo XX, solo Coolidge, en 1924, volvió a ser elegido con una recesión en los dos años anteriores. Bush padre, Carter, Ford, Hoover y Taft tuvieron que dejar la Casa Blanca tras una crisis económica. Fue así como Bill Clinton le ganó las elecciones a Bush padre y cómo la expresión «¡la economía, estúpido!», alumbrada por su estratega electoral, James Corville, se convirtió en el eslogan de su campaña y ya es un clásico de la política que, sin duda, Iván Redondo, gurú de Sánchez y estudioso de las elecciones americanas, tendrá presente.
Trump no quiere que una crisis le desaloje de la Casa Blanca; presiona –con relativo éxito– a la FED y aplica otra vuelta de tuerca a los aranceles a los productos chinos para jolgorio de su clientela doméstica, aunque a medio y largo plazo provoque otros problemas económicos. Crisis económica y victoria electoral son incompatibles. En España, Zapatero lo oteó, renunció a presentarse en 2011 por tercera vez y dejó que Rubalcaba se estrellara. La economía española es la que más crece de las grandes de la Eurozona, pero suenan las primeras advertencias. Todavía no son alarmas fuertes, pero sí orientativas. El PIB ha crecido en el segundo trimestre dos décimas menos que en el anterior. Los datos del paro de julio no solo no han bajado de tres millones de desempleados, como avanzó el líder del PSOE, sino que no son buenos. La venta de coches en junio cayó por primera vez desde 2012. El peligro no es inminente, pero está ahí y –a pesar de las preferencias del Rey, que también generan incertidumbre– siembra la duda en Sánchez, porque las elecciones no se ganan durante las crisis. ¡La economía otra vez, estúpido!
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