Opinión
El BBVA y el fin del dinero
El BBVA, que ahora preside Carlos Torres y que está imputado como persona jurídica por el llamado caso Villajero, siempre fue una entidad financiera puntera, en los nuevos medios de pago y también en lo tecnológico. El Banco Bilbao, en los años setenta del siglo pasado, con José Ángel Sánchez Asiaín de presidente, fue el primero en ofrecer tarjetas de crédito, una VISA, a sus clientes y el impulsor de su desarrollo en España. Francisco González (FG), presidente del BBVA entre 1999 y 2018, que defiende que se enteró del asunto de las presuntas escuchas ilegales por los medios de comunicación, siempre enarboló la bandera del gran salto tecnológico para su banco, hasta el extremo de que su competidores comentaban irónicamente que «está en la banca del siglo XXII, quizá demasiado adelantado».
El BBVA, ahora, se dispone a dar un nuevo paso, dirigido a restringir al mínimo posible el uso de dinero físico –billetes y monedas– en sus oficinas. A partir de mediados de septiembre, según ha comunicado por escrito a sus clientes, algunas oficinas del centro de las ciudades «dejarán de realizar operaciones de ventanilla que supongan el manejo de efectivo, tanto monedas como billetes. Es decir, ingresos o reintegros, pagos recibos o impuestos, etc». El banco remite a su clientela de esas oficinas a los cajeros automáticos, a que busque en la «app» de la entidad donde hay una sucursal que todavía trabaje con efectivo. La entidad explica, con laconismo, que todo esto «supone una modificación de las condiciones del contrato de su cuenta y que por ello está en su derecho de resolverlo –cancelar las cuentas– si no estuviese de acuerdo».
La decisión del BBVA, que pretende extender al mayor número de oficinas posibles, es drástica en un país en el que –los datos lo demuestran– el uso de efectivo todavía es mayoritario, a pesar del avance espectacular de otros medios de pago. Otras entidades, sin llegar a esos extremos, también intentan alejar a los clientes del efectivo en las oficinas y solo permiten operaciones con dinero físico un par de horas al día, salvo a los denominados «mejores clientes». Es el principio de algo que irá a más, con el ejemplo en el horizonte de los países nórdicos en los que practicamente ha desaparecido el dinero en efectivo, algo que en España a sectores importantes de la población –las personas de mayor edad sobre todo– complicará bastante la vida. Es el fin del dinero, como lo hemos conocido hasta ahora. Quizá sea inevitable, pero también puede ser incómodo.
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