Opinión
Libertad
Estar en paz con uno mismo es quizás el mayor requisito y signo de libertad. Es absolutamente revelador para miles y miles de peregrinos hacer el Camino De Santiago.Aunque sean unas cuantas etapas. Aunque no sea tan sacrificado como hacerlo completo. El camino nos ayuda a entrar en nosotros mismos. A escucharnos. A autoconocernos. Además de la parte más espiritual, la de relacionarnos con el padre Dios, de vivir en su presencia, el Camino significa un salto cualitativo en nuestro crecimiento personal. Por ello tantas y tantas personas procedentes de todo el mundo, lo sienten como un compromiso ineludible.
Los españoles tenemos la suerte de tenerlo más cerca, más a mano, y por ello nos dividimos en los que lo hemos hecho (alguna parte al menos) y los que tienen pensado y hasta planificado hacerlo en un futuro no muy lejano. La primera iglesia de Galicia es muy especial. El lugar milagroso lleno de magia está en O Cebreiro, allí se puede leer: «Aunque hubiera recorrido todos los caminos (...) si no he descubierto la libertad de ser yo mismo, no he llegado a ningún sitio. Si a partir de hoy no veo en cada persona, amigo y enemigo, un compañero de camino (...) no he llegado a ningún sitio».
Allí un sacerdote preguntó ¿de qué vale ganar el mundo si pierdes el alma? Y además del esfuerzo que conlleva el cumplimiento de todas las promesas que culminan en la Catedral de Santiago, uno es consciente de la fuerza de la hospitalidad, la generosidad, la amistad, la ayuda mutua, la solidaridad...Siempre me ha interesado la felicidad. Quizá porque mi madre nos educó en ella. Siempre decía: «Me da igual lo que seáis hijas, lo verdaderamente importante es que seáis felices». Y así ha conseguido que tanto mi hermana como yo cumplamos esos principales requisitos que requiere la felicidad: no dejar nunca de crecer interiormente, ser capaz de vivir la vida con sentido y valorar lo que se tiene. También la libertad nos aporta felicidad. Pero ante todo, está la paz.
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