Opinión

Palmera fiscal madrileña

Isabel Díaz Ayuso toma posesión mañana como presidenta de la Comunidad de Madrid. Inicia un mandato complicado e incierto, convertida en el personaje del PP con mayor poder real, y uno de los pivotes desde los que Pablo Casado intentará recuperar el Gobierno para los populares. La sucesora de Ruiz Gallardón y Aguirre, los presidentes que marcaron el despegue económico de Madrid, emite un cierto mensaje liberal, sin muchos complejos y que anuncia –ya se verá– más firmeza ideológica que la tibieza de los tiempos de Rajoy. No es, por ahora, una oradora brillante, pero los caponazos dialécticos que propinó a Errejón en el debate de investidura le han hecho ganar más puntos entre su clientela que su «histórica» bajada de impuestos.

Díaz Ayuso quiere aprobar enseguida una reducción del tramo autonómico del IRPF de 300 millones de euros. Bienvenida sea, pero entre los 6,5 millones de habitantes de la Comunidad, tocan a unos 45€, casi 100€ si cuenta solo a los contribuyentes. A nadie le amarga un dulce, pero tampoco moverá muchos votos y si el centro derecha sigue dividido quizá no tenga tanta suerte en Madrid como en las últimas elecciones autonómicas. Díaz Ayuso, con su proyecto fiscal, ha puesto histéricos a los presidentes de otras Comunidades, sobre todo socialistas, pero no solo socialistas. Le acusan de competencia fiscal desleal –dumping– en Madrid, sobre todo, porque en la práctica no existen los impuestos de patrimonio y sucesiones, un reclamo para contribuyentes y empresas.

La presidenta madrileña reta a los Gobiernos de otras Comunidades a que apliquen los mismos criterios. Nada lo impide. Quizá habría sorpresas y el atractivo madrileño se repartiría por varias zonas. Sin embargo, la izquierda, por ideología, lo descarta, aunque fue Zapatero quien suprimió el impuesto de patrimonio en España y Montoro lo resucitó. El mundo al revés o, como explicaba Hayek, «los socialistas de todos los partidos». Los más quejosos con el escenario impositivo madrileño, con catalanes y ahora valencianos a la cabeza, hablan de «oasis fiscal» y reclaman una equiparación fiscal en todo el país, pero al alza, nunca a la baja. Díaz Ayuso puede y debe defender la fiscalidad madrileña, pero por mucho que tilde de «históricas» las nuevas bajadas de impuestos, apenas son una pequeña palmera fiscal –por atractiva que parezca– en ese teórico «oasis fiscal» y tampoco debería olvidar que necesita mucho más que eso para afianzarse ella y apuntalar al PP de Casado, su valedor. Hay votantes más allá de los impuestos.