Opinión

Sánchez rodea Fort Apache

Pedro Sánchez apurará hasta el último minuto, en el que todo es posible, como ya explicó José Luis Ábalos, ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE. Falta una eternidad política hasta el 23 de septiembre, fecha límite para que haya investidura o se convoquen nuevas elecciones. Pablo Iglesias ha intentado tomar la iniciativa otra vez con su nueva/vieja propuesta de Gobierno de coalición.

El inquilino de la Moncloa, que enseguida percibió que se trataba de una inmensa y bien trabada añagaza, no tiene más remedio, para alcanzar sus objetivos, que dar un largo rodeo para evitar el área de influencia del Fort Apache, el programa televisivo del líder de Unidas Podemos. Carmen Calvo, por una vez, tiene razón y habría un «día a día imposible» en un Consejo de Ministros compartido por socialistas y podemitas. Cataluña, en vísperas de un otoño más que caliente, le ha robado protagonismo a Iglesias en un santiamén, hasta la próxima vez. Quim Torra, presidente de la Generalitat, defiende el regreso a la «confrontación» con España, diga lo que diga Junqueras, lo que obliga a Pere Aragonés, vicepresidente de la Generalitat y ahora el hombre fuerte de ERC, a responder con una llamada a la «rebelión» de las Comunidades Autónomas contra Sánchez por culpa de la financiaciación. Es la penúltima versión del «y tú más».

Los estrategas de Sánchez, con Iván Redondo a la cabeza, que concibe las vacaciones como un tiempo para perfeccionar y aquilatar planes, escrutan, semana a semana –es la unidad de tiempo político actual–, el sentimiento del electorado. Defienden que las maniobras de Iglesias persiguen acorralar a los socialistas y hacerlos responsables de una vuelta a las urnas, pero que también pueden ser una oportunidad para los socialistas, lo mismo que los nuevos desafíos y exigencias catalanas, antes de después de la sentencia del 1-O. Felipe González, en su momento, cuando pidió el «Sí a la OTAN» en un referéndum que siempre lamentó haber prometido, ya planteó a la sociedad la disyuntiva de «¿quién gestionará el No?»

Las comparaciones, además de odiosas son incómodas, pero la idea de presentar a Pedro Sánchez como el único capaz de afrontar –sin recortes muy evidentes– la crisis que se avecina y el otoño caliente catalán ya está, desarrollada con detalle, encima de la mesa del presidente en funciones. El primer paso, tras la incursión de Iglesias, es que las huestes socialistas den un largo rodeo para evitar el podemita Fort Apache y seguir hacia sus objetivos, quizá electorales, algo que no descarta la teoría del «último momento».