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Contemplar la naturaleza es llenarnos de agradecimiento, que es una de las grandes emociones que nos garantizan una vida más plena y más feliz. También, llegar a apreciar todo lo que la naturaleza nos ofrece significa llegar a su autor y darle gracias por tanta belleza que se extiende ante nuestros ojos.

De sobra son conocidas las múltiples ventajas en la salud mental y física de las personas que viven cerca del mar. Y es que las olas del mar tienen algo que genera bienestar tanto físico como emocional. Así lo han revelado múltiples estudios, como el de la Universidad de Michigan, que confirma que el océano está inversamente relacionado con el estrés psicológico. Es decir, a más mar, menos estrés.

También se debe a que estar cerca del océano significa incentivar actividades físicas tan saludables para la mente y el cuerpo. Además aumenta la exposición al sol que nos llena de vitamina D que fortalece el sistema inmunológico, eleva los niveles de endorfinas, reduce el riesgo de cáncer y mejora la salud de los huesos.

Por si esto fuera poco también se ha probado que algunos tipos de alergia y de dificultades respiratorias, desaparecen cuando se está cerca del mar.

El sonido de las olas del mar mejora nuestras emociones y nos invita a la autorreflexión, por lo tanto tenemos más bienestar y autoconocimiento estando cerca del océano. De ahí la sensación de paz y equilibrio que provoca un paseo por nuestras maravillosas playas. Y tampoco hemos de olvidar que el agua salada hidrata la piel y aumenta la circulación.

Si además de aumentar nuestras visitas al mar, tenemos presente que creer en uno mismo es la base de poder crear lo que uno desea, la vida se convierte en una aventura apasionante llena de posibilidades y experiencias motivadoras.

Lo más positivo y reconfortante es llenarse de las buenas energías que la naturaleza nos ofrece y vivir con amor, alegría y agradecimiento. Así es como conseguiremos dar lo mejor de nosotros mismos.