Opinión

La voz más alta y las 300 medidas

Pablo Iglesias es un forofo de las series, con Juego de Tronos siempre presente. El líder de Unidas Podemos ha reconocido que este verano, con la llegada de Aitana, su tercera hija –son familia numerosa–, ha leído menos de lo que hubiera deseado, aunque la intendencia doméstico-paternal sí le ha permitido ver algunas series. No lo ha explicado, pero es probable que haya seguido el éxito del verano, los siete capítulos de La voz más alta, la historia de la cadena americana Fox News y del ascenso y caída –por acoso sexual a varias de sus empleadas, periodistas famosas– de su creador, Roger Ailes (1940–2017), el hombre que apoyó a presidentes republicanos, desde Nixon a Trump.

Ailes, en Fox News, creó una máquina de eficaz propaganda ultraconservadora, convirtió en un arte –si puede definirse así– las «fake news» –noticias falsas– y demostró que, para tener éxito político, el espectáculo y la crispación son más importantes que las ideas. Utilizaba a menudo el ejemplo de qué sería más recordado tras un debate electoral, ¿una solución sobre la crisis de Oriente Medio o que el moderador se hubiera caído del escenario sobre el público? Ailes intuyó que la audiencia de los medios rigurosos y fiables, ya sean prensa o televisión, pero sobre todo televisión, es elitista y minoritaria, y que la mayoría de los ciudadanos –votantes– prefieren espectáculo y entretenimiento y, sobre todo, coincidente con sus prejuicios. En resumen, la gente quiere televisión y ver y escuchar lo que desea que sea verdad. Los hechos dejan paso a la interpretación, que se convierte en realidad.

Fox News es un fenómeno americano y muy de derechas, pero también ha servido de ejemplo a la izquierda más y menos radical. Pablo Iglesias, en su libro «Disputar la democracia», consciente o no, adopta la filosofía de Ailes, cuando escribe que «el gran dispositivo mediático de nuestro tiempo, lo más importante para establecer y determinar lo que piensa la gente –más que la educación, la familia o la Iglesia– es la televisión». Quizá por eso Iglesias tuvo, desde el principio, su propia televisión, La Tuerka, con Fort Apache de programa estrella y trampolín a los grandes medios con los que llegar, como otros políticos, a sus votantes, no con realidades sino con lo que esperan escuchar. Las 300 medidas que hoy presenta Sánchez para, en teoría, lograr el apoyo de Iglesias, también forman parte de lo que tantos desean oír, sea viable o inviable. La mayoría, por ejemplo, quiere que sea verdad que haya más y mejores pensiones y está dispuesta a creer que es posible. Sánchez prefiere elecciones, pero debe lidiar con los que, televisión por medio y porque les interesa, hacen creer a los votantes de izquierdas que no es bueno volver a las urnas, pero lo decisivo será quien imponga «la voz más alta», ya sea la de Iglesias o la de Sánchez, con y sin 300 medidas.