Opinión
El pacto de las mentiras azules
Pedro y Pablo, Sánchez e Iglesias, como es evidente, trabajan para que no haya acuerdo entre ellos, ni tampoco Gobierno. El objetivo de ambos es culpar al adversario del desencuentro y, si no lo consiguen, terminarán por suscribir, algo así como el pacto de las «mentiras azules». Los líderes del PSOE y de Unidas Podemos son, en la práctica, los que menos tienen que perder en una nueva cita electoral. Los dos, más allá del resultado, mantendrán sus puestos. La presión para que haya Gobierno procede de quienes no tienen tan claro su futuro tras otros comicios. Hay, por ejemplo, diputados de Podemos que ya no lo serían, sobre todo algunos de obediencia a Ada Colau. El PSOE mejoraría sus resultados, pero es previsible que parlamentarios actuales –más senadores que diputados– se quedaran por el camino, como otros de Ciudadanos, Vox y también del PP. Los sindicalistas Josep María Álvarez (UGT) y Unai Sordo (CCOO), los mayores defensores del acuerdo Sánchez-Iglesias, perderían influencia, sin olvidar otros como Revilla.
Los enemigos de la repetición electoral son legión y, a lomos de multitud de mentiras azules, presionan para que haya un Gobierno más que Frankenstein, que no podrá gobernar, como sabe Sánchez, que no quiere ser un Zapatero bis, el hombre devorado por una crisis económica que ni supo ni quiso ver. El vitriólico Gregorio Morán, con decenios de experiencia, apunta que «cada vez que parecen más evidentes las elecciones, más cercanos estamos de que se forme un nuevo Gobierno». Llegaría avalado por las «mentiras azules» de la perversidad de repetir elecciones y por esas 370 medidas, tan aplaudidas por el radicalismo como imposibles de aplicar. Las «mentiras azules» son un término surgido del estudio del comportamiento moral de los niños, según Jeremy A. Smith, del Greater Good Science Center de la Universidad de Berkeley. Son las mentiras que pretenden convencer a grupos grandes de algo o protegerlos y, en el caso de la política, prosperan en atmósferas de ira, resentimiento o hiperpolarización, como indican Alexander Theodorids y Arlie Hoschsild (Berkeley), Katherine Carmer (Universidad de Madison) o Maurice Schweitzer (Universidad de Pensilvania). Para ellos, en Estados Unidos, Trump es el campeón de las «mentiras azules», aunque no tiene la exclusiva. Un Gobierno, dependiente de Podemos, no dejaría de ser el fruto de un pacto de «mentiras azules» –para convencer o proteger a algunos grupos, como prometer el blindaje de las pensiones–, en versión castiza, claro.
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