Opinión

El hombre del dinero infinito

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha sido el hombre más poderoso de Europa en los últimos ocho años y también el personaje que salvó el euro en el verano de 2012 cuando pronunció una frase mágica y ya mitificada en la historia monetaria moderna. «El BCE hará lo que tenga que hacer», afirmó el gran banquero central europeo y aquellas palabras fueron efectivas. Draghi ha tenido el poder inmenso de «crear y destruir dinero» –en este caso de «crear»– y lo ha utilizado sin complejos, eso sí después de que la Reserva Federal –el banco central de los Estados Unidos– enseñara el camino. La munición contra la gran recesión fue inundar el mundo de dinero barato para estimular la economía, algo que los técnicos llaman «expansión cuantitativa» y los más castizos «manguerazo monetario», que se concreta en tipos de interés ahora negativos y en que el BCE compre todos los meses miles de millones en activos, primero de deuda pública y ahora de casi todo.

Draghi termina su mandato en octubre y será sustituido por la francesa Christine Lagarde, que tiene el reto de suceder a un auténtico mago monetario, que también tiene críticos. Draghi, además, ha decidido –a pesar de sus críticos– despedirse por todo lo alto y con toda una ofensiva monetaria. Tipos de interés negativos del 0,5%, puesta en marcha de un programa de compra de activos, por periodo indefinido, de 20.000 millones de euros y una última petición a los políticos para que, como dice el Financial Times, «aflojen las cadenas» y que «la política fiscal coja el testigo de la monetaria». En la práctica se trata de una petición a los países más solventes, con Alemania a la cabeza, para que gasten más para impulsar la economía. La decisión del BCE, cuyo vicepresidente es el español Luis de Guindos, es también una confirmación de que los nubarrones económicos ya están aquí y que pueden descargar otra tormenta en cualquier momento, algo que el BCE quiere evitar o, al menos, preparar las defensas necesarias. Significa, además, que no son tiempos para políticas económicas alegres, como las planteadas en las famosas 370 medidas que Sánchez ha intentado pactar con Iglesias y que, ambos, son conscientes que son imposibles de aplicar, aunque intentarán culpar al adversario de que no se pongan en marcha. Mientras España forma un Gobierno o celebra elecciones, Christine Lagarde presidirá el BCE a partir de noviembre. Ha anunciado que seguirá por la misma senda que su predecesor, pero, sin embargo, Draghi será para siempre el hombre del «dinero infinito».