Opinión

El que avisa no es traidor

En la Dinamarca de Borgen, esa serie televisiva sobre casi imposibles gobiernos de coalición que algunos pretenden copiar al sur de los Pirineos, el Jyske Bank concede préstamos hipotecarios a 10 años a un tipo de interés del ¡menos 0,5%! Sí, el hipotecado, al menos sobre el papel, cobra del banco que le presta el dinero para adquirir su vivienda. En Finlandia, el Nordea Bank ofrece a su clientela hipotecas a 20 años con un tipo de interés del ¡0%! ¿Dónde está el truco? En Frankfurt, algo más al sur, Mario Draghi, mago para unos, príncipe monetario para otros, presidente del Banco Europeo, dejará como herencia un largo periodo de tipos de interés bajos. Hasta 2023 no se prevé ahora ninguna subida. También en Alemania, Félix Hufeld, máximo responsable de la llamada Autoridad Federal de Supervisión Financiera, dependiente del ministerio de Finanzas, descarta prohibir a los bancos que cobren a los particulares por sus depósitos, porque las empresas ya tienen que hacerlo. En España, las hipotecas a tipo fijo son más baratas que nunca, pero no bajan del 1,5 o 2% de interés, muy superiores a esos ejemplos nórdicos. Todavía tienen margen para caer hasta el 0% o incluso por debajo, aunque nadie en el mercado español contempla, por ahora, esa posibilidad. En cualquier caso, para los bancos, en un entorno de desconcierto absoluto para ahorradores e inversores –pequeños y grandes–, la vía de escape es el cobro de comisiones como las que, sin duda, llevan aparejadas las espectaculares condiciones, en tipos de interés, del Jyske Bank y del Nordea Bank. El siguiente paso en el escenario de despropósitos monetarios es cobrar –en lugar de retribuir– a los depositantes. En España, aunque de forma callada, cada vez son más las empresas que se ven obligadas a pagar por los saldos que mantienen en sus cuentas bancarias. La justificación es que, a su vez, los bancos deben pagar, ahora hasta un 0,5%, al Banco Central Europeo por el dinero que depositan en esa institución. En definitiva, los depósitos empiezan a considerarse un almacenamiento, como si el dinero fueran muebles que se guardan durante un tiempo en un guardamuebles, por el que, claro, hay que pagar. Incluso parece natural, aunque en el caso del dinero, no lo es. Autoridades y banqueros descartan que en España los bancos cobren a los particulares por sus depósitos. No parece probable. El coste en imagen sería enorme, pero si en Alemania dejan abierta esa opción, quizá todo sea posible y en algún sitio hay que guardar el dinero. El que avisa no es traidor.