Opinión

Fraternidad

Imposible no recordar, durante esta semana, la amarga y devastadora huella que deja el terrorismo en tantas partes del mundo. Justo esta semana, precisamente el día en que se cumplían 18 de aquel sangriento y terrorífico 11 de septiembre, con más de tres mil víctimas mortales y seis mil heridos tras aquellos cuatro atentados suicidas terroristas (los más importantes acabaron destruyendo las míticas torres gemelas de Nueva York), el Papa celebró en el Vaticano la primera reunión del comité que trabaja en el importante documento de la Fraternidad Humana. Un documento que afirma que «quien mata a una persona es como si hubiese matado a toda la humanidad y quien salva a una es como si hubiese salvado a la humanidad entera... en el nombre de esta fraternidad golpeada por las políticas de integrismo y división y por los sistemas de ganancia insaciable y las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres».

Para no olvidar las secuelas de la sinrazón terrorista se ha estrenado en España HOTEL BOMBAY, una película que relata los terroríficos atentados de 2008 en India que acabaron con 173 asesinados y cientos de heridos. Fue un preestreno solidario para la Ong Sonrisas de Bombay, de Jaume Sanllorente, quien lucha desde hace años contra la despiadada realidad de miles de mujeres retenidas en un burdel, previamente engañadas, obligadas a prostituirse. Sonrisas de Bombay consigue sacar de los «slums» a niños y niñas antes de que sean atrapados por mafias de prostitución y trata de personas. Les devuelven algo fundamental: su libertad, y a través de la educación y la salud, les ofrecen un futuro, una vida. Un necesario trabajo humanitario que deberían hacer los gobiernos. Porque la fraternidad es clave para evitar el terrible y devastador impacto de los radicalismos y pensamientos sectarios en la vida de jóvenes que mueren matando y esparciendo el dolor más inimaginable. Sin embargo Bombay, a pesar de las adversidades, el terrorismo, las inundaciones... resurge y se mantiene unida. Algo que aún tenemos que aprender en algunos lugares de España.