Opinión

Robert de Salamina

Robert Bassas Figa nació en Castelló d’Empúries en 1889 y fue asesinado en el santuario del Collell el 30 de enero de 1939. Abogado e intelectual, hijo de unos ricos propietarios rurales, fue un joven nacionalista radical catalán, militante del separatismo de izquierdas, compañero de Lluís Companys y dirigente del grupo “«L’Opinió» durante su etapa de estudiante en la «Universitat de Barcelona».

Amigo personal de José Antonio Primo de Rivera, se alejó a inicios de los años 30 de sus viejos colegas del supremacismo y fue el fundador de la «Falange Española» en Barcelona, junto a Josep Rivas Seva y Carles Trías Bertrán (por cierto, si analizan quienes son sus descendientes nos llevaríamos más de una sorpresa). Bassas fue el presidente de FE en Catalunya y personaje con una gran proyección mediática en el oscuro oasis catalán, que mediaba entre el golpe de estado de Companys de 1934 y el levantamiento militar de 1936. Cuando José Antonio fue encarcelado en Alicante, ideó un plan para rescatarlo, pero fue detenido en casa de su hermana Francesca en Barcelona, donde se había refugiado huyendo de los milicianos de ERC, que habían puesto precio a su cabeza por «botifler» (traidor).

Torturado en una de las famosas «checas» de Barcelona, hoy olvidadas por la «memoria histórica de la venganza», en la retirada republicana los dirigentes republicanos se llevaron con ellos a 2.500 prisioneros, pero en el santuario del Collell, decidieron fusilarlo junto a 50 personas más, todas ellas peligrosos políticos de derechas, católicos o lo que eufemísticamente se llama «gente de orden». Entre los ajusticiados por la gimnasia revolucionaria que incentivaron los jerarcas republicanos, figuraban banqueros como Xavier Garria-Nogués; los periodistas Josep Mª Alarcón y Josep Millán; el fundador del sindicato nacionalista FNEC y posteriormente activista de la «quinta columna», Josep Aluja; el hijo del tesorero del «Barça», Joan Barguñó; el deportista Pere Bosch-Labrús; y entre otros muchos el poeta y escritor Rafael Sánchez Mazas, aunque este sobrevivió a la matanza y muchos años más tarde, el escritor Javier Cercas escribió la novela «Soldados de Salamina», basándose en el progromo revolucionario y que David Trueba llevaría con éxito al cine.

Robert Bassas abrió su bufete de abogados en Barcelona y en el mismo rellano que el despacho de abogados de quien años después sería el responsable de su asesinato, Lluís Companys. De hecho, aparte de colegas y vecinos, ambos eran amigos desde los años veinte, pero mientras en el despacho de Companys existía un rótulo en castellano, «Luis Companys, Abogado», pues la mayoría de sus clientes eran anarquistas; el de Bassas, situado justo en frente, el rótulo estaba en catalán, «Robert Bassas, Advocat». Robert Bassas propuso a su amigo José Antonio que los militantes falangistas vistieran el uniforme de la «camisa azul mahón oscuro», propia de los mecánicos, siendo aceptada por la jefatura y primera orden del partido. Bassas destacó en la manifestación de octubre de 1934, celebrada en la Puerta del Sol, en contra del golpismo separatista luciendo la pancarta: «¡Viva la unidad de España!».

Robert Bassas, de Salamina, memoria histórica de verdad.