Opinión

A título póstumo

El Ayuntamiento de Madrid ya ha encontrado un polideportivo sin nombre propio para ponerle el de Blanca Fernández Ochoa. Cuánto título vano y necrófilo. Esa gran deportista hubiese necesitado que se acordaran de ella en vida. Cuando lo necesitaba.

Cuando aún podía sentir alegría por ser reconocida y respetada. Y no son premios simbólicos lo que necesitan las personas que han demostrado ser extraordinarias en lo suyo y que por circunstancias, casi siempre lógicas como el transcurso del tiempo, ya no pueden seguir compitiendo. Y digo compitiendo aunque el olvidado no sea deportista. Porque aquí, en este país nuestro, te obligan a empezar de cero en cada nuevo proyecto. Los artistas también sufrimos ese desprecio tenaz de los poderes.

O estás luchando a brazo partido y te mantienes en la cresta de la ola o eres un perfecto encantador de poderosos, o feneces de agotamiento. Recuerdo casos muy cercanos de personas destacadísimas del teatro, que ahora tienen honores y plazuelas, que murieron en el ahogo material. Otros, vivos, aún siguen resistiendo con dignidad el silencio y la pobreza. A veces pienso si no será una forma inconsciente de castigar a aquellos que tienen la suerte de dedicarse a su pasión. Aunque les aseguro que no es cosa de fortuna, sino de mucho trabajo, renuncia y austeridad.

La gente corriente cree que el que sale en la Wiki o los medios tiene dinero. Muy pocos son los que lo tienen. Y a los que gozan de sueldos normales, extraordinarios y vitalicios les cuesta entender esta situación de los otros. Pues calidad de vida es lo que necesitamos, señorías en general, que lo que ocurre después de nuestra muerte no lo vamos a sentir.