Opinión
Inhumana represión
El Estado Español, que es el administrador de España, ha alcanzado un nivel de represión contra Cataluña inhumano e intolerable. La Guardia Civil ha detenido a nueve pacíficos independentistas del CDR, agrupación a la que pertenecen todos los familiares de Torra, por una insignificante falta que tiene mucho más que ver con la alegre imprudencia que con el delito. Fabricar explosivos. En un sótano de Sabadell, nueve hombres de paz del independentismo fabrican explosivos, y la Guardia Civil, en cumplimiento de una orden judicial, va y los detiene. Lógicamente, el presidente de la Generalidad, Torra, ha reaccionado con indignación democrática, y defendido apasionadamente a los nueve inocentes detenidos. Porque me pregunto: ¿Qué tiene de malo, o de perverso fabricar explosivos con gran capacidad de destrucción en un sótano de Sabadell? ¿Qué tiene de malo que en el mismo lugar donde se fabricaban los explosivos se hayan incautado documentación, planes estratégicos y notas en las que figuraban los objetivos a explosionar, entre ellos algunas dependencias de la Guardia Civil? En las naciones democráticas, ninguna fuerza policial actuaría de manera tan drástica contra los fabricantes de explosivos, que son gente de paz. Entiendo las reacciones de Torra y de algunos de sus consejeros, que se han unido a las manifestaciones de los ciudadanos limpios que defienden los beneficios sociales que animan a la fabricación de bombas y artefactos caseros confeccionados con Goma-Dos, nitroglicerina, trinitotolueno y demás elementos inspirados en la dinamita, con sus respectivos fulminantes, detonantes, carga de metralla y demás variedades de los inocentes juguetes. Y comprendo que en las cercanías de la comandancia de la Guardia Civil de Barcelona y otras dependencias de la Institución, se hayan reunido centenares de catalanes independentistas indignados imitando textualmente los mensajes que los familiares de los etarras dedicaban a la llamada Benemérita o a la Policía Nacional cuando detenían injustamente a uno de los suyos por causas menores, como destrozar seis vidas de niños en la Casa Cuartel de Zaragoza o asesinar a los clientes del Hipercor de Barcelona por llenar la cesta de la compra en un establecimiento de clara tendencia fascista. Ante esas detenciones, los dirigentes del PNV callaban, pero Torra y los suyos han comprendido, al fin, que el apoyo a los inocentes perseguidos por las Fuerzas de Seguridad del Estado Español es imprescindible en un dirigente futurista y republicano. Es más. Desde Waterloo, un prófugo de la injusticia, una víctima de la represión de la talla humana y política como Puigdemont, ha exigido la inmediata puesta en libertad de los indefensos detenidos. Como bien dice Xavi, Qatar no será una democracia, pero el sistema funciona mejor que en España. A Xavi, como a Torra, le duele sobremanera que los «jordis» estén en la cárcel en espera de una dura condena. No le duele tanto que en Qatar –él dice Catar–, los homosexuales o afeminados se pudran en las prisiones de su Emirato del alma por el mero hecho de serlo, las mujeres estén sometidas a los mandatos de los hombres, no exista la libertad de prensa, rija la «Sharía» y por emitir lo que se considera allí una blasfemia contra Alá o Mahoma su profeta, aguarden al blasfemo siete años de cárcel asegurada. Él, multimillonario de Qatar vive muy bien y piensa en los «jordis» encarcelados por rebelión violenta, y no en los «jordis» que viven en libertad por robar a manos llenas a los catalanes y al resto de los españoles. Funciona mejor aquel sistema.
No puedo permanecer equidistante. Y sabiendo que me sitúo al borde del delito, en contra de la opinión de Torra, la exigencia de Puigdemont, los gritos etarras de los CDR, y de las lágrimas de Xavi Hernández por los «jordis», envío desde aquí mi aplauso y mi gratitud a la Guardia Civil y el Estado de Derecho que se ha atrevido a detener a nueve presumibles terroristas por fabricar explosivos en un sótano de Sabadell.
Y espero que lo paguen.
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