Opinión
¿Hacen teatro los políticos?
Hoy quiero hacerme eco de un estupendo artículo de Ana Martín, actriz que trabajó durante diez años en comunicación política: «Me hierve la sangre cada vez que alguien suelta la trilladísima ocurrencia de que este lamentable bloqueo político que venimos sufriendo es teatro, teatrillo, comedia o, incluso, como he leído últimamente, una mala función». Estoy contigo, compañera, porque el teatro es la antítesis de la política y de sus tramas y sus giros y sus personajes. Porque el teatro es la antítesis del poder. Y desde ahí jamás podremos ni encontrarnos ni compararnos. La gente que se dedica al teatro busca denodadamente divertir, conmover, reflejar o criticar la realidad, indagar en el alma humana, contribuir a mejorar el mundo... Y todo desde una elaboración artística que exige talento, trabajo, sacrificio y, casi siempre, precariedad económica. Los actores jamás suspenden una función, aunque el patio de butacas esté casi vacío. Porque «el respetable» es respetado. Y han tenido la amabilidad de venir a vernos. En el teatro, además, se trabaja en equipo: escuchando a los compañeros, apoyándolos, sintiendo la música y las luces. Remando todos, desde los ensayos, a favor de la obra para que llegue con el mayor sentido y claridad posible a los espectadores. Y sabemos bien que para conseguir eso tenemos que dar lo mejor de nosotros, con humildad, con entrega, indagando y expresándonos desde la verdad más recóndita. Y sabemos que solo desde ahí podremos transformar el dolor en belleza. Y sabemos que si lo conseguimos será para entregarlo, para dárselo a los otros.
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