Opinión

El póker de Sánchez y Casado

Pedro Sánchez, sin complejos, sale casi a mitin por día, aunque «técnicamente» no está en campaña. Hipocresías del sistema. No se puede pedir el voto, pero todo lo demás está permitido y «el que más chufle, capador», como explicaba Pedro Saputo, el personaje del oscense Braulio Foz, compendio de sabiduría popular. Todo tan absurdo y anacrónico como la jornada de reflexión o la prohibición de publicar encuestas la semana previa a las elecciones. Nada impide, sin embargo, que Sánchez y los suyos defiendan –lo prometarán en la campaña oficial– el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones, incluso vinculadas al IPC. Magdalena Valerio, ministra de Trabajo y Seguridad Social, sin ir mas lejos, lo dijo ayer: «No subir las pensiones con el IPC es insostenible social y politicamente». El presidende en funciones sabe aplicar eso es imposible, pero ahora no importa. Los votantes se guían más por emociones que por la razón. Manuel Conthe, ex-presidente de la CNMV, apunta que el psicólogo americano Drew Westen defiende que «en política, cuando la razón y la emoción chocan, la emoción inevitablemente gana. El mercado de las ideas es un buen lugar para hacer políticas, pero el que más importa en la política america –en casi todas; la apostilla es mía– es el mercado de las emociones». Fue la fórmula de Barack Obama con su «yes, we can» –«podemos»–, según la interpretación de Jonathan Haidt, otro psicólogo social americano. Es también lo que quizá nunca llegaron a entender Mariano Rajoy y su equipo, que enderezaron la economía –ya nadie lo discute– y salvaron al país desde la razón, pero olvidaron atender las emociones de su clientela. «No solo de pan vive el hombre» y el votante.

Sánchez, semana a semana, fiel a la estrategia del protoasesor Redondo, intenta arañar votos y se deja ver por lugares que frecuenta tan poco como la Huesca de Pedro Saputo y donde tardará en volver. Además, con discreción, abre portillos para el día después del 10-N, por supuesto con Errejón, pero también mucho más estribor. Las pensiones, la financiación autonómica, las consecuencias de un Brexit a la brava, como advierte Luis de Guindos, y Cataluña son un póker tan enrevesado que requiere la complicidad y quizá algo más de varios jugadores entre los que tampoco puede faltar el PP de Pablo Casado, sobre todo si sale reforzado de las elecciones. Todo será muy difícil, pero el olfato agudo de la canaria Ana Oramas ha detectado indicios reales –hasta ahí puedo leer– de que es más que posible, probable. Partida de póker.