Opinión

Dolor

Lo que no se menciona, no es significativo. Lo que no se visibiliza, no existe. Lo que no se conoce, no se puede llegar a querer. Solo el 1,5 por ciento de las personas que sufren dolor crónico se atreven a hablar de ello en Twitter. Y eso que existe una alta incidencia de este tipo de dolor, en comparación con otras patologías, pero parece ser que es mejor permanecer en la sombra y no poner el foco en lo que duele para intentar minimizarlo.Sin embargo, es necesario romper con la invisibilidad de una enfermedad que es mucho más común de lo deseado, para poder ayudar a los pacientes que lo sufren a que acaben con su aislamiento.

La Sociedad Española del Dolor (SED), en colaboración con Dolor.com, realizó el estudio «El dolor crónico en España: Escucha digital», para comentar el análisis de la presencia del dolor en Twitter, en su interesante jornada anual: «No hay dolor». La principal conclusión fue que solo 112.000 usuarios (de los 8 millones de españoles que sufre dolor crónico) se muestran activos en las redes sociales. El que el dolor sea una patología invisible, favorece el retraimiento de la persona afectada.

Y es que tratamos de negar todo aquello que nos disgusta o nos produce rechazo. Sin embargo, tapar el dolor nunca será una buena opción porque solo ayuda a que pueda llegar a enquistarse. Las redes sociales reflejan un submundo ilusorio y fantasioso que poco tiene que ver con la realidad que cada uno vive. Es más un mundo de apariencias. Hasta servidora trata de ahorrar dolor contando incluso las más dolorosas experiencias. Por ello entono el mea culpa: en contadas ocasiones he sido capaz de compartir en mis redes momentos de verdadera angustia y dolor. Trato de contar solo lo bueno, para contagiar Alegría, Esperanza, optimismo y felicidad.

Pero el dolor es también parte de la vida. El próximo 17 de octubre celebramos el Día Internacional del Dolor. Espero que estas jornadas y el hashtag #NoHayDolor ayude a crear conciencia social y dar visibilidad a quienes necesitan ser escuchados, comprendidos y reconocidos en su solitaria situación de dolor.