Opinión
Los cursis del Nazarí
El natural de Granada es el granadino. El club de fútbol de Granada, es el club granadino. En el Santiago Bernabéu, en partido de la Liga Nacional de Fútbol y teniendo como adversario al Real Madrid, corrieron tras el balón o detuvieron los balones que lanzaron los madridistas Rui Silva, Díaz, Sánchez, Duarte, Neva, Montoro Puertas, Azeez, Herrera, Machís, Gonalons, Vadillo y Fernández. Once en la formación titular y tres que sustituyeron a otros compañeros procedentes del banquillo de los suplentes. Al final, el equipo madrileño venció por cuatro goles a dos al granadino.
Los cursis que comentaban las incidencias del partido en Movistar Plus –exceptuando a Valdano, que sorprendentemente no cayó en la cursilería–, se referían de continuo al equipo nazarí, al futbolista nazarí, al entrenador del club nazarí y al ordenado juego de ataque del conjunto nazarí, cuando el Granada Club de Fútbol no es un club nazarí, sino granadino, y sus jugadores nada tienen que ver con la dinastía de Yúsuf Ben Nazar, que reinó en Granada desde el siglo XIII al siglo XV. Pero estos locutores cursis derramados, se regodearon en los nazaríes con una pretensión cultural tan cómica como ridícula. Acudo con mi habitual modestia al Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española –ejercicio que habrían de frecuentar muchos periodistas–, y busco la voz «nazarí». Dícese: «Descendientes de Yúsuf Ben Názar, fundador de la dinastía musulmana que reinó en Granada desde el siglo XIII al XV. Perteneciente o relativo a esta dinastía». Y les pregunto a ese edulcorado y pretencioso grupo de cisnes unánimes: ¿Son los jugadores del Granada descendientes de Yúsuf Ben Názar? En caso de respuesta afirmativa, habría que exigir a los dinásticos comentaristas, que de retransmitir un partido de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Chelsea, por poner un ejemplo impactante, se refieran a los futbolistas borbónicos, si compiten por el Real Madrid, y a los Windsor, si lo hacen a favor del club inglés. Así que centra Marcelo –brasileño-, controla el balón con la cabeza Bale -galés-, llega la pelota a los pies de Modric -croata-, éste le adelanta el balón a Kroos -alemán-, el germano dispara a puerta, el portero de los Windsor rechaza el esférico, llega hasta Benzemá –francés-, regatea a tres Windsor, y le pasa el balón a Isco -Arroyo de la Miel, español-, el cual, con la portería a dos metros dispara con precisión y golpea a un soso de la Grada de Animación de Pérez. Y comentarían los cultos locutores de Movistar: «Lástima que Isco, haya desperdiciado esta gran jugada de los Borbón permitiendo a los Windsor mantener su puerta a cero».
Todo responde a la cursilería imperante en el periodismo –político, económico, deportivo y del corazón rosa-, que pretende ir más allá de lo sencillo y lo correcto en pos de aparentar una cultura y soltura verbal de la que carecen. Y no sigo con el palo corto y el palo largo, el juego trabado, la lectura del pase y demás bobadas que se han adueñado de la normalidad. Como el uso de la toponimia autonómica, de la que están empezando a escapar algunos medios de comunicación con escaso éxito por ahora. «Mañana en Alacant asistirá al mitin del PSOE Pedro Sánchez, que posteriormente viajará a Londres». Pues no. Si escribes Alicante, viajará a Londres, pero si lo haces como Alacant, Pedro Sánchez volará a London, y a ver si le gusta, se queda por allí y no retorna.
«El jugador nazarí Gonalons ha perdido una clara oportunidad de marcar». Vamos a ver. Es posible que el jugador del Granada Gonalons haya perdido una clara oportunidad de marcar, pero quienes están perdiendo la oportunidad de dejar de hacer el ridículo y el burro, son los que confunden una ciudad con una dinastía que se fue a tomar vientos hace más de seiscientos años. La nazarí, precisamente.
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