Opinión

Cicerón, pensiones y votantes ignaros

Está escrito. «Los hombres encuentran motivo suficiente en los más pequeños detalles para apoyar a un candidato». Tampoco es nada nuevo. La afirmación figura en el «Commentariolum petitionis», quizá el primer manual conocido de campaña electoral, alumbrado por Quinto Tulio Cicerón, el año 64 a.C., para aconsejar a su hermano Marco Tulio en su campaña al Consulado de Roma, la magistratura más importante de la república romana. Más de dos mil años después, Pedro Sánchez recurrió ayer a una receta milenaria para prometer que, si continúa en La Moncloa, subirá las pensiones con el IPC en diciembre. Eso significa que, con una inflación de alrededor del 0,5%, la pensión media subiría 0,5 euros al mes y la máxima alrededor de 1 euro mensual. «Pequeños detalles», sin duda, para convencer a votantes ignaros, quizá porque como escribía hace unos días, con vocación provocadora, Daniel Innerarity, «todas las instituciones de la democracia se apoyan, a fin de cuentas, en la ignorancia», lo que no impide que «las democracias sean los sistemas políticos que mejor aprovechan el saber distribuido de la sociedad, que producen una mejor legislación y unas políticas de mayor calidad».

Felipe González y José María Aznar, en 1995, acordaron en el muy sobrevalorado Pacto de Toledo –nunca encarriló el problema de fondo– apartar de las campañas electorales el asunto de las pensiones o que, por lo menos, no se utilizaran como munición contra los adversarios políticos. Ahora, Sánchez, sin dinamitar aquel acuerdo –Iglesias y Podemos, por cierto, impidieron antes del verano que saliera adelante un proyecto consensuado de reforma del sistema–, apela a los pensionistas en vísperas electorales. La iniciativa del inquilino de La Moncloa puede obligar a sus rivales a seguir por el mismo sendero y prometer algo similar, incluso subir la apuesta. Nadie abordará el problema de fondo y que se reduce a que, con el sistema actual, es imposible garantizar a medio y largo plazo el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones. Todas las soluciones factibles son impopulares y, salvo gran pacto de Estado, pasarían factura en las urnas. Pedro Sánchez, economista al fin y al cabo aunque no sea Premio Nobel, lo sabe y por eso prefiere ahora jugar al corto –cortísimo– plazo, convencido de que algunos «pequeños detalles», como aconsejaron a Cicerón hace más de dos mil años, serán suficientes para recabar el apoyo de muchos votantes que, con frecuencia, se guían más por los sentimientos que por la razón. Sin embargo, en «la inteligencia de la democracia», de la que también escribía Innerarity, prometer subidas de pensiones, en la práctica de 0,5 o de 1 euro, quizá sea contraproducente. Pensar que los votantes son ignorantes, incluso en «los pequeños detalles», es muy arriesgado.