Opinión

Jueces, adjetivos y "la sentencia"

Manuel Marchena, presidente del Tribunal del «juicio del procés», pasará la historia. La que será conocida como «sentencia Marchena», prevista para el lunes, se estudiará durante generaciones, tanto por sus defensores como por sus detractores, mientras perviva el último rescoldo del independentismo catalán. También será –y los magistrados del Supremo lo saben– el último hierro ardiente al que intentarán aferrarse quienes abogan por la independencia de Cataluña. «La sentencia no va a traer nada bueno», afirma un dirigente «indepe», mientras Oriol Junqueras, en la cárcel, hace cálculos sobre cuando podrá salir de prisión –con los primeros permisos– según sea condenado a una pena mayor o menor, algo que también puede depender de los adjetivos

Marchena y sus seis compañeros de Tribunal han hecho un trabajo excepcional, pendiente solo de la sentencia. Los «tempos» judiciales son largos y, a menudo, incomprensibles para los ciudadanos. Sin embargo, el que dos años después de ocurridos los hechos, incluida la instrucción y un juicio con cientos de testigos, haya sentencia es todo un récord. El Tribunal perseguía, desde el principio, la unanimidad en un fallo que los magistrados sabían que será recurrido a la corte de Estrasburgo, siempre quisquillosa, aunque sea por asuntos de procedimiento nímios. La última discusión entre los jueces del Tribunal que preside Marchena ha sido –es habitual en los tribunales– una discusión de adjetivos. El adjetivo, que «califica o determina a un sustantivo y, por lo tanto lo modifica», según la Real Academia, ha sido la moneda de cambio definitiva hacia la unanimidad. ¿Cómo? Un miembro del Tribunal pide, por ejemplo, que se cambie un adjetivo con el que no se encuentra cómodo en la sentencia. Los demás acceden, pero a cambio también reclaman cambios de otros adjetivos y, así, hasta que hay un acuerdo definitivo. Todo, además, en un entorno en el que los jueces que encabeza Marchena son conscientes de que aunque la Justicia debe ser «ciega» y «sorda» nadie es ajeno, de forma absoluta, a influencias indirectas, pero importantes, la primera la de la opinión pública, sin olvidar los recursos internacionales anunciados. La sentencia del «procés», sin duda, también tendrá en cuenta todos estos extremos. Provocará revuelo, es inevitable, pero puede ser modélica y también marcará un antes y un después dentro y fuera de Cataluña. La «sentencia Marchena» camina ya hacia la historia, con todos sus adjetivos. Los manuales de derecho tendrán que actualizarse.