Opinión
Todo es susceptible de empeorar
Manuel Marchena y la sentencia del «procés» coparon ayer conversaciones y rumores en la recepción de la Fiesta Nacional en el Palacio de Oriente. Santiago Cantera, prior del Valle de los Caídos, cedió, por fin, y no impedirá físicamente el traslado de los restos de Franco. El Gobierno, logrará su objetivo –electoral, por supuesto– pero pierde la baza de la bronca con un clérigo que, en su día, figuró en una lista electoral falangista. Carmen Calvo, siempre redicha, intentará aprovechar el traslado, pero quizá solo sirva para convencer a los ya convencidos y los socialistas tampoco pueden olvidar que hasta Pablo Iglesias ve toda la operación como «electoralista».
Los árboles de la sentencia del «procés» ocultarán estos días el escenario electoral, cada vez más incierto, según las últimas encuestas, una «foto fija del momento en el que se realizan», como insiste Tezanos, pero también el único termómetro. La síntesis de todos los sondeos, depurado por un filtro Kalman Smooth –un algoritmo habitual en la econometría y ahora en la sociología–, como indica un informe de Freemarket, esboza a un mapa parlamentario todavía más fragmentado tras la irrupción de Errejón y Más País. El PSOE ganará, salvo sorpresa que algunos ya no se atreven a descartar, pero las dificultades para formar una mayoría de Gobierno serán incluso superiores a las de la última legislatura.
Pedro Sánchez, en un escenario cada vez más enrevesado, perseguirá la abstención del PP para la investidura. Intentará descargar en Pablo Casado la responsabilidad de que haya una tercera repetición electoral. El líder del PP estará ante un sudoku endiablado, que no está claro que tenga solución. La abstencion del PP facilitaria la formación de un Gobierno que no podría ser derribado, ya que la hipótesis de una moción de censura victoriosa es utópica. Por otra parte, Sánchez, asentado en el Gobierno podría aprobar muchas de las medidas de su programa con el apoyo de la izquierda radical y de los nacionalistas-independentistas. Además, las posibles exigencias que planteara el PP serían inasumibles para Sánchez, que tampoco querría cumplirlas. Todo conduce a otro bloqueo, que solo levantaría una Gran Coaliación, ahora inviable, entre otros motivos porque los puentes entre PSOE y PP, que siempre existieron, incluso en los peores momentos, están rotos. Todo es susceptible de empeorar, hasta que, como en la teoría del caos, solo sea posible una mejoría. Pero eso también tarda.
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