Opinión

Riba, Batet y Companys

El pasado 6 de octubre se cumplieron 85 años del golpe de estado de 1934, que protagonizaron los partidos de izquierda, encabezados por el PSOE, el sindicato anarquista CNT y en Catalunya por Lluís Companys y ERC. El levantamiento en Asturias y la insurrección separatista de Barcelona fueron la espoleta que activó el levantamiento militar africanista.

La sublevación izquierdista trajo el odio, la inmovilidad derechista despertó el odio nacionalista y la trágica historia de España dinamitó la convivencia entre compatriotas, desencadenando una cruenta guerra civil. Entre las decenas de miles de víctimas, tres catalanes representan, a mi entender, las tres Españas que se enfrentaron y en la que todos perdimos. Santiago Riba, abogado y diputado provincial por la «Lliga Regionalista», asesinado por ERC en 1936. Domènec Batet general del Ejército español que aplastó el golpe de estado separatista de 1934 y fusilado por los franquistas en 1937. Lluís Companys el principal responsable de la muerte de ambos y que acabó siendo «heroicamente fusilado» en 1940.

España vive una torticera recuperación de la memoria histórica, que pretende reescribir su pasado y basarse en la construcción de un relato histórico, sin ningún rigor y presentando a unos buenos prístinos y a unos malos demoníacos. Y sigue siendo la guerra civil el pivote por donde oscila la adscripción ideológica de los españoles. Y no parece que podamos pasar página con facilidad. No nos lo ponen fácil los dirigentes políticos.

Santiago de Riba d’Espanya, fue concejal en Barcelona con Lluís Companys, actuó como abogado defensor de Antoni Argelaguet, uno de los militantes de Bandera Negra implicados en el complot separatista de Garraf, y en 1927 fue encarcelado por la acusación de conspirar contra la dictadura, compartiendo el calabozo con Lluís Companys. Catalanista sin complejos, español de convicción, fue el presidente del «Instituto Agrícola Catalán de San Isidro» (IACSI) y en 1934 fue a Madrid para intentar impedir la aprobación de la Ley de Contratos de Cultivo, lo que a la postre le convertiría en la bestia negra de ERC y detenido al inicio de la guerra civil.

Su hijo escribió en «La Vanguardia» el 15 de diciembre de 1990, la siguiente carta: «En 1927, mi padre, Santiago de Riba de España, fue detenido por la policía de Primo de Rivera por conspirador contra aquella dictadura. En las celdas de Jefatura de Policía, coincidió con Lluís Companys que también había sido detenido. En agosto del 36 fue nuevamente detenido, por las Patrullas de Control, noticia que supo Companys, comentando –es uno de nuestros enemigos–. El tres de diciembre de 1936 mi padre, junto con el obispo doctor Irurita, fueron sacados de la checa de san Elías y asesinados». El general Batet, católico, catalán y conservador; sofocó la insurrección de la Generalitat de Cataluña siendo capitán general en 1934, y fusilado por orden de Franco, en el campo de tiro de Vista Alegre, siendo el jefe de la VI División Orgánica, con sede en Burgos, por su lealtad a la República en julio del 1936. En la guerra civil todos fueron perdedores, pero la verdadera memoria histórica requiere tener héroes como Batet y Riba y villanos como Companys.