Opinión

A ver si hay…

Días atrás, una reducida representación de gorrones andaluces del sistema, sindicalistas del SAT, rojos agrarios que confunden las aceitunas con los melocotones, se manifestaron en una plaza sevillana para expresar su solidaridad con los golpistas catalanes. Se trata de gente con muy poco que hacer y que no aprovecha sus horas libres para la lectura. Les cuesta entender los argumentos de Tintín. Claro está que con los Astérix de Goscinny y Uderzo no se atreven. De haber leído, no hubieran hecho el ridículo manifestando su simpatía, apoyo y aprecio a los supremacistas incendiarios. Lo escribió Pujol, el más ladrón y jefe supremo de la banda: «El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico, es un hombre destruido, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegara a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad pobrísima, es decir, su falta de mentalidad». Lo escribió Pujol en 1958, y lo ratificó en 1976. Torra, el presidente de la Generalidad que ocupa autopistas e impide la libertad de movimientos de los catalanes, ha llamado a los andaluces y resto de los españoles «bestias». «Los españoles sólo saben expoliar»; «evidentemente, vivimos ocupados por los españoles desde 1714»; «Sobre todo, lo que sorprende es el tono, la mala educación, la pijería española, sensación de inmundicia. Horrible». No hay que volver la vista a los siglos XIX y XX para encontrar más desprecios.
La melancolía de la permanente derrota justifica la vida del independentismo catalán, que no de los catalanes. Estos del CDR son señoritos del Ensanche o de Pedralbes clasificados y elegidos según sus niveles de ignorancia. Las ventajas fiscales del franquismo a catalanes y vascos a costa del resto de los españoles aún no han merecido ni una palabra de gratitud. Pujol, el mayor ladrón de Cataluña, tan mimado por la justicia española, sigue mostrándose libre y arrogante en la vida cotidiana de Cataluña. Ha robado a manos llenas, pero al catalán separatista el robo, el hurto, la apropiación indebida, el chantaje comisionista y demás peripecias financieras y económicas, les parece bien siempre que perjudique a España. Todavía no se han apercibido, desde su gozo derrotado, que España son ellos. La premeditada violencia del separatismo catalán, alentada desde la Generalidad de Cataluña, no conseguirá otro objetivo que el crecimiento de la melancolía vencida. El supremacista catalán disfruta siendo víctima incomprendida de la Historia, y cuando menos se espera, exige ser derrotado de nuevo. Su adicción al descalabro y la capitulación forma parte de su personalidad. Lo volveremos a hacer. Y con una resistencia mínima, casi ridícula, del Estado, el independentista lo vuelve hacer para ser nuevamente derrotado. El independentista vasco, aunque exprese su solidaridad con los violentos melancólicos, sabe que sin España su Concierto Económico terminaría en las papeleras de Bruselas y Estrasburgo. Pero existe un Estado, el más antiguo de Europa, España, que defiende sus privilegios. Prueba de ello es que mandan al locoide de Ibarreche en representación a las autopistas cortadas de Cataluña mientras Urkullu no se mueve de «Ajuria Enea».
Pero retorno al principio. Que un sindicato andaluz, por extremista que sea, se manifieste en apoyo de quienes desprecian a Andalucía, es algo que sólo puede entenderse desde la esquizofrenia del estalinismo. De momento, tenemos en Cataluña a un representante del Rey, a un Presidente de la Generalidad, que colabora con la incomodidad y el terror que se impone a la mayoría de los catalanes. Tendría gracia, que algún día, el jefe supremo de los Mozos de Escuadra fuera esposado por ellos. Si de verdad es valiente, que abra las puertas de Lledoners. No se olvide que el chacho enloquecido es el guardián de las llaves de las cárceles en Cataluña. A ver, Chacho, si hay cojones.