Opinión
Preveya, preveya
Puede sonar a nombre de tenista rusa. Lo diría con su habitual sapiencia algún comentarista de tenis de Movistar. «La rusa Olga Preveya a la final del prestigioso Torneo de Sabadell». Y no suena a sorprendente. Una rusa que se llama Olga Preveya lucha hasta el límite de sus fuerzas. Pero no existe tenista rusa con ese nombre.
Comentario de Évole o Wyoming en sus inteligentes y equilibrados espacios de La Sexta. «El Nobel de Literatura es posible que lo obtenga la gran escritora moldava Irina Preveya, autora de un formidable ensayo con el título ‘‘La República en Cataluña es cuestión de horas’’». Sucede que no hay escritora moldava que firme como Irina Preveya.
Futura Nobel de la Paz, si Greta Thunberg lo autoriza. «La heroica defensora de las focas con incapacidad de movimiento sobre hielos polares, Anastasia Preveya, sorprendida mientras extraía la piel de una foca fallecida en circunstancias sostenibles». Ocurre que, con independencia de la existencia tan desapacible de las focas polares, Anastasia Preveya no figura entre sus principales protectoras.
«Estamos preveyendo de policías nacionales a Cataluña para terminar con los aislados focos de tensión que se están produciendo». Lo ha dicho Marlaska, ministro del Interior, después de cenar con un amigo en el restaurante «¡Válgame de Dios!» en el madrileño barrio de Chueca mientras sus policías controlaban la barbarie de los CDR en Barcelona. Lo han reconocido los Mozos de Escuadra: «Si no llega la Policía Nacional, nos matan».
Marlaska, como añejo y prestigioso juez, confunde los verbos prever y proveer, y resulta lastimoso. A Sofía Mazagatos, le cayeron chuzos en punta cuando manifestó que «ella estaba en candelabro» en lugar de decir que estaba en candelero. Y candelabro y candelero son sinónimos, pero prever y proveer son verbos de muy distante interpretación. Un buen ministro puede prever que en Barcelona se arme un barullo pre-terrorista, pero no proveerlo. Por mucho que crea, mientras cena en su restaurante rosado de Chueca, que está preveyendo los disturbios salvajes de los muchachos de Torra, por más que preveya, los muchachos de Torra seguirán destrozando el mobiliario urbano, agrediendo a quienes no comparten sus salvajadas y arrojando ácidos y adoquines contra los Mozos de Escuadra y Policías Nacionales. Esos niñatos de los CDR actúan con la inmunidad que la Generalidad de Cataluña les obsequia, proveyéndolos de toda suerte de inmunidades. La Alcaldesa de Barcelona, que es más cínica de lo previsto – de prever-, ordenó a la Guardia Municipal de Barcelona que no interviniera en contra de los CDR, es decir, que no proveyera de porrazos a los que atacaban a los representantes del Orden Público, que no habían sido capaces de prever hasta qué límite de brutalidad iban a actuar los cachorros del psicópata que habita en el Palacio de San Jaime.
Y Marlaska, que se zampó una hamburguesa en su restaurante preferido en compañía de un amigo, no ha sabido prever que su inconsistencia verbal a punto ha estado de llevarlo hasta los fondos del ridículo. Como todos esos cretinos que se refieren a «catástrofes humanitarias» cuando lo humanitario no es otra cosa que aquello que beneficia a la humanidad.
Tenemos a un doctor de cachondeo académico como Presidente del Gobierno. A una vicepresidenta cateta y mentecata que no sabe distinguir entre el haber y el hallar. Y a un ministro del Interior, subalterno de un nena «pecho gimnasio», que confunde prever con proveer. Hay que prever mejor y proveer a los defensores de la seguridad ciudadana de los artilugios necesarios para que los que previendo la cobardía del Gobierno de España se han provisto de toda suerte de armas para convertir Cataluña en una caricatura de Afganistán. Se prevé la situación y se provee a las Fuerzas del Orden de lo necesario para impedir que el dominio de una sociedad caiga en manos de la canalla violenta. Y a examinarse de Gramática, señor Ministro, aunque sea en el «¡Válgame Dios!»
De Chueca.
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