Opinión

Verdad o mentira

Los intereses mercantiles de los humanos están convirtiendo las relaciones humanas en actos mercantiles. Esta frase tan rebuscada viene a cuento de algo que me sucedió ayer y que me dejó perpleja. En una red social, un médico presentaba un tutorial sobre cómo mejorar los problemas digestivos. Yo que los tengo, cliqué y apareció un galeno muy serio y concienzudo hablando. Hablando durante veinte minutos en términos «científicos» sobre lo que hacía daño a nuestro intestino y el porqué. Al cabo de ese tiempo, y a la espera desesperada de que diese la solución, el susodicho empezó a mostrar frascos de un medicamento «natural» que acabaría con todos nuestros síntomas. El galeno, de pronto, se convirtió en un mercachifle de pacotilla. Cómo es posible que esto esté permitido, pensé, dudando entre comprarme el medicamento o denunciarlo. Porque la gente normal ya no sabemos lo que es verdad y lo que es mentira. Es tan sofisticado el engaño, está tan bien vendido que, aparte de robarnos el tiempo y el dinero, nos roba la fe. Es como cuando el actor admirado o el presentador familiar promociona, de pronto y con gran talento, cualquier producto. Tienes que creerlo. Si no lo haces, dejarás de creer en la humanidad.

La mayoría no queremos vivir en una sociedad-mercado. Sabemos que ese teléfono último, o esta televisión gigante, o ese detergente mágico, no nos va a solucionar nuestros agobios, tristezas, miedos... Sabemos, que a pesar de las mentiras, tenemos que seguir creyendo en los otros, en la posibilidad de la verdad. Queremos encontrar un lugar común donde podamos construir un colectivo, una familia, un pueblo diferente. Un lugar en el que no se venda nada.