Opinión

Sánchez y Casado, truco o trato

Pedro Sánchez y su equipo de más confianza, con Iván Redondo y José Luis Ábalos al frente –sin olvidar a Félix Bolaños, secretario general de la presidencia– intentaron prever todo cuando eligieron el 10-N para la repetición electoral, En el fragor de la «War Room» –sala de guerra– de Redondo quizá no cayeron en la cuenta de que la campaña electoral oficial comenzaba justo en la noche de Halloween, «truco o trato», también víspera de Todos los Santos, y cuando don Juan Tenorio vuelve a la escena. Los estrategas monclovitas tampoco tenían muchas fechas para elegir pero, aunque sea intrascendente, ahí está la coincidencia.

Halloween, una fiesta pagana de origen europeo, arraigó en Estados Unidos y, desde ahí, ha conquistado occidente, quizá por su versión más lúdica y por su atractivo para los niños que, en un cambio de roles, «atemorizan» a los mayores al grito de «truco o trato». En España, la tradición –y las creencias, le pese a quien le pese– milenaria cristiana mantiene la pujanza de la festividad de Todos los Santos, víspera del Día de Difuntos, como demuestra la primavera floral que invade los cementerios. Todo en paralelo, porque son celebraciones diferentes que no se anulan la una a la otra, con el auge, infantil –los disfraces son irresistibles– y comercial de Halloween.

«¿Truco o trato?», preguntan los niños cuando van de puerta en puerta, con la esperanza de una recompensa de golosina o incluso de una propina. «¿Truco o trato?», quizá piensen en el cuartel general de algún partido la noche del 10-N si las urnas desoyen a Tezanos y vuelven a esbozar un enrevesado mapa político. Hay nervios, muchos nervios. Es quizá la explicación del maratón de Pedro Sánchez por televisiones y radios, incluido expediente de la Junta Electoral por electoralismo, que es como recibir una tarjeta amarilla en el último segundo de una final. También hay nervios en el PP, a pesar del buen resultado que esperan. El gran temor de Casado y los suyos es que, al día siguiente del 10-N, la única fórmula viable para romper el «bloqueo» político sea la suma PSOE-PP. El líder popular, en campaña, la descarta, claro. No puede hacer otra cosa. Sin embargo, en algunos foros –por ejemplo entre empresarios catalanes– no dice «no» con rotundidad a algún acuerdo. Es también lo que tiene que hacer. Casado volverá a consolidar su liderazgo el 10-N –y la sorpresa/sorpasso es utópica pero no imposible–, pero el día después el PP afrontará un dilema en el que habría que elegir entre «truco o trato» y ahora no es un juego.