Opinión

Alcibíades y electores equivocados

Alcibíades (Atenas 450, a.C-Frigia, 404 a.C.), elegido por la democracia ateniense varias veces «strategos» –líder político y militar– de la ciudad, es el ejemplo más antiguo de que los votantes no son infalibles. El electo Alcibíades fue sobre todo un traidor –además reincidente–a Atenas y uno de los responsables del principio del fin de la democracia –entendida en los justos términos históricos– en la ciudad helena. Hitler, que accedió al poder en 1933 tras ganar unas elecciones con 228 diputados y sin mayoría absoluta, es quizá el ejemplo más extremo de patinazos de los votantes. Frente al mito de que «los electores nunca se equivocan», esgrimido por los políticos cuando les conviene, el historiador y Premio Rey Juan Carlos de Economía Gabriel Tortella escribía que «el pueblo se equivoca muy a menudo al votar; y si no, recordemos a Mussolini, a Hitler, a Perón, a Fujimori, a Hugo Chávez, y a tantos otros dictadores y golpistas elegidos democráticamente».

Los votantes no son tontos, pero sí falibles e influenciables. También son soberanos y ahí radica la esencia y la superioridad de la democracia. Sus decisiones, no obstante, tienen consecuencias. La repetición electoral y el bloqueo es responsabilidad de los políticos, en este caso sobre todo de Rivera, Iglesias y Sánchez, quizá por este orden. Sin embargo, el mapa político, que ha provocado la vuelta a las urnas, es el resultado de la suma de las elecciones de los votantes. Los líderes políticos tal vez podrían haber hecho algo más, pero la voladura –jaleada por muchos– del bipartidismo imperfecto no era inocua, como vaticinó Felipe González, cuando profetizó que lo «echaremos de menos».

Los votantes tienen la oportunidad de acabar con la fragmentación parlamentaria y con el bloqueo político, aunque todo indica que no ocurrirá. Hay ofertas electorales, en la extrema izquierda y en la extrema derecha, que pueden resultar tan atractivas como inútiles. Los votos a Unidas Podemos restan posibilidades al PSOE de Sánchez, aunque por carambola pueden permitirle formar un Gobierno más o menos estable. A estribor, el centro derecha unido ganaría las elecciones e incluso rozaría la mayoría absoluta, pero los votos a C`s y sobre todo a Vox, son sufragios que engordan al PSOE, lo que en teoría no desean los partidarios de Rivera y Abascal. Quizá tampoco sean conscientes de que pasarán decenios hasta que el centro derecha vuelva a gobernar si acude dividido, como hoy, a las urnas. Los votantes son soberanos, pero no infalibles. Nada nuevo bajo el sol, desde Alcibíades.