Opinión

La tostada y la mantequilla

El «Principio de Peter», enunciado por Laurence J. Peter y Raymond Hull, afirma que «si algo puede salir mal, saldrá mal». Otra formulación sostiene que «la tostada siempre cae del lado de la mantequilla». Estudios científicos, como el de Robert Mattheus, en 1995, avalarían la teoría, en determinadas circunstancias, según la altura desde donde la caiga la tostada. El resultado de la repetición electoral confirma la validez del «Principio de Peter», porque quizá sea la única medida –por absurda que parezca– para valorar el veredicto de las urnas. La jornada del 10-N sólo se puede entender como un fracaso absoluto, del país, de los partidos –tradicionales y nuevos, porque el ascenso de Vox es tan estéril como alarmante–, de algunos líderes y, en definitiva, de la sociedad.También es la constatación de que la proporcionalidad electoral fomenta la fragmentación y la ingobernabilidad. El multipartidismo puede ser muy atractivo, pero es el germen del desastre. Un Parlamento, sin mayorías, y con 15 partidos es un galimatías.

La nómina de damnificados en las urnas es extensa y cada cual deberá apechugar con su responsabilidad. Pedro Sánchez ha tropezado por partida doble. No ha logrado una mayoria suficiente y, aunque de forma indirecta le beneficie, arrastrará durante mucho tiempo el estigma de haber dado alas a la extrema derecha, porque Abascal y Vox logran un resultado histórico, aunque nunca ganarán unas elecciones. El centro derecha, que hubieran vencido con holgura si hubiera acudido unido a las elecciones, jamás votará en masa a Vox. El medio centenar de escaños que cosechó ayer es, a pesar de todo, un espejismo. No hay 3,5 millones de españoles de extrema derecha, sino cabreados. Además, con el sistema electoral francés o británico, apenas tendría una docena de escaños. La historia, por otra parte, es clara. La Alianza Popular de Fraga, más moderada que Vox, jamás se acercó a una victoria electoral, hasta que hubo una refundación que integró a todas las tribus políticas a estribor del PSOE. Pueden pasar quinquenios hasta que vuelva a ocurrir. Pablo Casado salva más que airosamente los muebles y es el futuro del centro derecha, pero tiene un largo camino por delante para lograr la unidad. Albert Rivera, tras hacer el rídículo, solo le queda la opción de dimitir, porque si tuviera la tentación de apuntalar un Gobierno del PSOE sería esperpéntico. Los españoles votaron ayer y eligieron el caos. Puede haber Gobierno, es cierto, pero todo lo que no sea una gran coalición, que además quizá alimenaría a los extremistas de izquierdas y de derechas, sería un enorme trampantojo. Ayer, la tostada cayó del lado de la mantqeuilla. Es la decisión, equivocada o no, de los votantes.