Opinión

C.I.S y Z.I.S.= ¡ZAS!

Los dos acrónimos iniciales acaban provocando efectos deletéreos. El primero corresponde al Club de Informaciones Sicofánticas (mutación degenerada del Centro de Investigaciones Sociológicas) y el segundo al Club Zapatero, Iceta, Sánchez. El CIS, original, es un organismo autónomo, dependiente del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. Tiene un presupuesto de 11,4 millones de euros en 2019, con aumento de 3,38 millones respecto al de cada uno de los tres años anteriores y constituye un claro ejemplo de lo mal que se conjugan autonomía y dependencia.

En las recientes elecciones ha demostrado en sus pronósticos un acierto difícil de superar. Sobre el partido más votado se despachó con entre un 10,8 y un 25 por 100 de error. En cuanto a la segunda opción afinó hasta situarse entre el 8,6 y el 15,6 por 100. El éxito, sin parangón en la historia, llegó con las premoniciones para la tercera formación por número de votos. Aquí anunció unos resultados con margen de desacierto entre el 60,3 y el 73,5 por 100. Respecto al partido más castigado por los votantes sus estimaciones erraban entre un 38,6 y un 53,6 por 100. Así pues, no cabe duda de que uno de los grandes triunfadores de la jornada del 10N ha sido el C.I.S., con su director a la cabeza y el inductor en Ferraz.

Un pastor, consultado quince días antes por varios medios de comunicación, tras observar cuidadosamente las orejas de su perro Canelo, vaticinó resultados con un nivel de acierto sensiblemente superior. No le hicieron caso por no considerar científico su procedimiento y porque sus cifras gustaban menos en el Palacio de la Moncloa.

El otro ZIS reúne a tres personajes sin los cuales resulta difícil comprender la España actual. Rodríguez Zapatero, cuenta en su haber con innumerables desaciertos, infinitamente más graves que los del C.I.S. En menos tiempo del que se necesita para contarlo se cargó el Plan Hidrológico Nacional aprobado en 2001 por el Gobierno de Aznar. La Unión Europea había aceptado el proyecto y abrió la puerta a su financiación con 1.200 millones de euros de fondos comunitarios.

Claro que agua e infraestructuras hidráulicas sonaban mucho a franquismo y había que abolir aquel intento. La alternativa fue el Plan Agua, las desaladoras. Solo una de las quince previstas funcionaba en 2011 y la inversión superó en mucho el presupuesto inicial y aún el coste del abandonado trasvase. Cierto que el Partido Popular, como en otras cosas, se plegó a los desatinos heredados y en 2017 funcionaban doce, servían para poco y se habían gastado en ellas 1.650 millones de euros.

La relación de grandes servicios a la Patria, prestados por don José Luis necesitaría decenas de páginas. Citemos únicamente tres más. En noviembre de 2003, durante la campaña electoral, se le ocurrió aquella frase magnífica: «Aprobaré la reforma del Estatuto que apruebe el Parlamento catalán». Llegado al Gobierno no le sería posible cumplir este compromiso y con ello daría impulso al nacionalismo separatista. Fue un factor clave en la serie de despropósitos en Cataluña que llega hasta hoy.

Nos legó además la ley 52/2007 de 26 de diciembre, que establecía el olvido parcial; o sea la Ley de Memoria (o mejor desmemoria) Histórica y, para dar ejemplo, se inventó la guerra de su abuelo Rodríguez y se olvidó la guerra de su abuelo Zapatero.

Hay que reconocerle también que hizo cuanto pudo por acrecentar la crisis de 2007. Como colofón vendió el 40 por 100 del oro del Banco de España seguramente porque iba a subir de precio (669 dólares/onza a 1.508). ¡Qué fijación la de los socialistas con oro del Banco de España, unas veces se lo llevan y otras lo malvenden!

Iceta por su parte, empeñado en demostrar que los dioses no le concedieron el arte de Tepsicore, también ha intentado sin éxito el oficio de Ariadna. Sus desvelos por llegar a presidente de la Generalidad no han ayudado a salir del laberinto catalán, sino a enredar más la cuestión. Su hilo federal que conduce a la liquidación de la monarquía, es rechazado no solo por la mayoría de los catalanes sino también por el catalanismo separatista. Pero no se le puede negar perseverancia.

Finalmente Sánchez, la encarnación de la mentira; con un universo mental concentrado en demonizar a una parte amplia de la sociedad. Su objetivo único es mantenerse en el poder, al que llegó por retorsión del espíritu de la Constitución. Ha elaborado un discurso brillante, con solo dos referencias: fascistas y progresistas. Como subgénero de la primera incluye a los franquistas. Por eso en las últimas elecciones pidió el voto para derrotarlos; después de la más portentosa hazaña que vieron los siglos pasados y aún los venideros: desenterrar a Franco. Algo infinitamente más arriesgado aún que asestar la proverbial lanzada a moro muerto. Los españoles se lo han reconocido con ochocientos mil votos menos.

Ha tenido bloqueada la vida política cuanto ha podido. Nos llevó a la última consulta electoral por incapaz con los costes subsiguientes políticos y económicos. Amenaza con un gobierno progresista² y un reforzamiento de la Memoria Histórica, que impida pensar el pasado, para implantar el «pensamiento» único en el presente. Un grave «liberticidio», y apunta medidas para agravar la recesión económica en ciernes.

Convendrán conmigo que CIS + ZIS equivalen indefectiblemente a ¡ZAS!, el gran batacazo nacional.