Opinión
Shakespeare, de la Moncloa a ERC
Pedro Sánchez y Oriol Junqueras no son personajes de Shakespeare, pero en la Moncloa y en ERC –sin olvidar a Iglesias y Unidas Podemos– hay situaciones, escenas y quizá personajes que recuerdan sus obras. Federico Trillo, exministro de Aznar, escribió, de verdad, una tesis doctoral titulada «El poder político en los dramas de Shakespeare» muy sugerente. La duda hamletiana sobrevuela sobre ERC y asola a Junqueras, que cavila cómo conseguir que Sánchez sea investido sin que ERC sufra en sus expectativas electorales en Cataluña ante un Puigdemont crecido y con Torra de mártir auto inculpado. El fugitivo de Waterloo aprovechará cualquier traspiés de ERC para arrebatarle los votos más «indepes» y si la Justicia europea le facilita acceso al Parlamento Europeo –todo es posible– estaría exultante. «Ser o no ser», Hamlet y Junqueras. Empresarios catalanes, también preocupados con el pacto Sánchez-Iglesias, explican que «ahora ERC está debilitada y moderada, porque tiene a líderes en la cárcel, pero cuando salgan –y lo harán– volverán a radicalizarse».
El poder fue la materia prima de Shakespeare. La Moncloa es poder. Pablo Iglesias lo tiene claro y la hemeroteca y la videoteca le delatan. «En política no se gana por tener mejor o peor discurso, ni más votos, sino por tener poder», dejó escrito y repitió. Iván Redondo, estratega de Sánchez, tiene buena relación con Iglesias desde que lo invitó a su programa de televisión y congeniaron. Redondo merodeaba entonces por las orillas populares, pero esa es otra historia, que incluye que Arriola nunca lo quiso cerca. William Hazlitt (1778-1830), uno de los exégetas y críticos canónicos de Shakespeare apuntaba que Macbeth «no está seguro de nada salvo del momento presente». Sánchez, día a día como Simeone, vive el presente, que ahora significa lograr la investidura. En la Moncloa cuentan con ERC, aunque sea en el descuento, y sueñan con el apoyo o la abstención de Ciudadanos, incluso después de que Arrimadas lo descarte. Creen que es posible y trabajan para lograrlo. «Hay que esperar y darles tiempo», dicen los socialistas mientras envían mensajes a Arrimadas, con ofertas subliminales, en los que machacan sobre la debilidad del PP. Para Sánchez, rehén del pacto al que se ha obligado con Iglesias, C’s sería una mejor tarjeta de presentación interna y externa. Ahora, además, le sirve para presionar a ERC, que lo último que desea es que el partido naranja tenga influencia, por pequeña que sea, en el Gobierno. La baza del inquilino de la Moncloa es que, una vez investido, será casi inamovible, aunque no cumpla lo prometido que es lo que preocupa no solo a C’s. Poder y dudas, mientras llega la sentencia de los ERE. Shakespeare de la Moncloa y ERC y otros recuerdan al más español Galdós: «Cuando se carece de escrúpulos es más fácil». «Esto está ganado», sentencian con cierta euforia en el PSOE.
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