Opinión

Sánchez gestiona la contradicción

Pedro Sánchez tiene prisa y pretende lograr la investidura cuanto antes. Sin embargo, sabe que debe esperar y que la paciencia y la resistencia le permitirán alcanzar sus objetivos. El inquilino de la Moncloa y su equipo defienden que vivimos en una época en la que hay que «gestionar la contradicción». Lo dicen, sobre todo, por sus aliados, presentes y futuros, Unidas Podemos (UP) y los «indepes», ahora teóricamente moderados, de ERC. Los críticos en el PSOE, que también los hay y –los más jóvenes– están resignados a esperar cuatro o más años, añaden que esa estrategia incluye también, aunque nadie lo admitirá, la gestión y administración de las contradicciones permanentes del todavía presidente en funciones.

El equipo de confianza de Sánchez está convencido de que el día después de la investidura las contradicciones a las que se enfrentarán Pablo Iglesias y los ministros/as de UP facilitarán el día a día del Gobierno, lo que no excluye broncas periódicas de cara a la galería. El líder morado, apuntan, ya incluso defiende la Constitución de 1978. Sánchez, por su parte, ha demostrado que es capaz de cabalgar sin problemas, incluso con comodidad, a lomos de toda una serie de contradicciones, ya sea en el terreno de la política territorial –sobre todo en Cataluña– como en la política económica. Un día promete ortodoxia y control del déficit y horas después anuncia que aumentará el gasto social, todo sin subir los impuestos a la clase media.

Sánchez y los negociadores del PSOE trabajan ahora para que la gestión de las contradicciones de ERC –incluida la enrevesada pregunta de la consulta a la militancia y otras también irresolubles– facilite la investidura de Sánchez. El último problema, para Junqueras, aunque menor, es que, desde Suiza, la huida Marta Rovira, responsable también de que su jefe esté en la cárcel, exige –hasta donde puede exigir– un «no» a Sánchez. No quiere que se rebaje la tensión y que el asunto catalán, como ya ocurre, avance hacia un apagón en Europa.

Los estrategas de la Moncloa dejarán, por ahora, que Ciudadanos digiera sus propias contradicciones y preparan un plan para exacerbar las de Podemos desde el minuto siguiente a que Iglesias se siente en el Consejo de Ministros. Contemplan que el líder del Podemos intentará engañarles, pero confían en poder gestionarlo, como sus contradicciones. En un despacho, alguien repasa una cita de Churchill: «El éxito no es definitivo; el fracaso no es fatal: lo que cuenta es valor para continuar». Y Sánchez ha demostrado que anda sobrado de eso.