Opinión

Jazz en La Moncloa y otros asuntos

Está escrito. Pedro Arriola, el que fuera protogurú sucesivo de Aznar y Rajoy, la única ventaja que tenía cuando tuvo que tratar con los terroristas de ETA era que los violentos lo dejaban todo por escrito y eso ofrecía pistas importantes. No son los únicos. Pablo Iglesias, que el viernes parece que lo pasó en grande en el Congreso al lado de Inés Arrimadas e Iván Espinosa de los Monteros, puede ser acusado de muchas cosas –ahora DEBE lidiar con una posible corrupción interna en su partido– menos de ágrafo. También lo deja casi todo por escrito. Ahora acaba de celebrar en público algo tan insólito como el aniversario de un libro, «Nudo España», unas conversaciones suyas con Enric Juliana. Poco leído, ofrece pistas sorprendentes, inadvertidas en su momento para la mayoría. Iglesias, en octubre de 2018, escribía sobre las dudas del PSOE ante el Gobierno de coalición, «salvo las de algunos jazzistas que saben bien captar la música, como Iván Redondo. Redondo oye la música del presente, entra con su instrumento, improvisa y lleva a Sánchez muy bien por ese camino».

Iglesias, que se ve ganador en su negociación con Sánchez, tiene menos prisa que el inquilino de La Moncloa en que haya investidura y se forme Gobierno. La urgencia, sin embargo, esconde algo más que la impaciencia del líder socialista. No es lo mismo que haya un Gobierno con todas las de la ley y plena capacidad de actuar antes o después de que finalice el año. La diferencia radica en la posibilidad de poder aprobar medidas, económicas y fiscales, que podrían tener efectos retroactivos a una gran parte del ejercicio de 2019. Es complicado, pero hay precedentes, aunque social y politicamente quizá sería inasumible.

El jazz de ERC tiene otro registro y no hay unanimidad sobre si conviene facilitar la investidura de Sánchez antes o después. Los más pragmáticos, en sintonía con Iglesias, quieren dejar «atado y bien atado» que ERC, con Aragonés al frente, presidirá la Generalitat tras las próximas elecciones catalanas, con una reedición actualizada del Tripartito, ahora con el PSC de Iceta y los Comunes de Ada Colau. Los líderes de ERC, a pesar de ser favoritos, temen a Puigdemont en las urnas. Por eso quieren amarrar la futura presidencia de la Generalitat, un pacto que Sánchez –y también Iglesias, que anhela una legislatura larga– cree que le daría una estabilidad ahora quimérica. Es otra forma de jazz, pero es la música del momento y hay que captarla, como hizo Redondo en su día. No está escrito, pero es posible, probable. Jazz en la Moncloa, pero ¿quién dirige la banda?