Opinión

Lliga democràtica

Después de años de políticas de bloques en Catalunya, ha llegado el momento de abrir espacios de colaboración y de entendimiento, para superar la división de la sociedad. Enfrentados entre los que aspiran a romper la legalizad vigente y proclamar el estado catalán y quienes queremos seguir siendo catalanes como nuestra forma de sentirse españoles, una situación que no sólo es empobrecedora desde el punto de vista social, económico y político, sino que también supone un riesgo para la convivencia pacífica.

Desde un profundo compromiso cívico, superando el frentismo y dejar atrás las trincheras y tender puentes para superar el actual callejón sin salida y enderezar Cataluña. Con visión amplia e integradora del catalanismo, para construir los anhelados espacios de convivencia que todos los catalanes, y por ende españoles. Reconocer la especificidad de Cataluña, con voluntad de trabajar por el respeto y el desarrollo de su singularidad y que sea capaz de desarrollar su máxima capacidad de autogobierno con una financiación justa y equitativa, pero al mismo tiempo con la generosidad y lealtad de contribuir al avance del conjunto de España no sólo como locomotora económica, sino como fuerza de gobierno e implicación en el futuro de la nación común, dentro del marco de la Unión Europea.

Ofreciendo a los ciudadanos catalanes descontentos, desconcertados y desilusionados con los estériles resultados del proceso independentista y con la ausencia de alternativas una opción política catalanista sin complejos que haga del diálogo, el pactismo y el buen gobierno su razón de ser. Una fuerza capaz de aglutinar las diversas sensibilidades e iniciativas, construir los máximos consensos y gestionar los conflictos sociales sin más exclusiones ni límites que el respeto a las reglas de juego, con todos aquellos que, con independencia de su pasado, compartan la voluntad de superar la política de bloques. Frente a los que quieren eliminar la Generalidad o limitar sus competencias y los que lo están destruyendo en nombre de una república imaginaria.

Y para ello se deben unir todos aquellos que, con independencia de su pasado, compartan la voluntad de superar la política de bloques. Frente a los que quieren eliminar la Generalitat o limitar sus competencias y los que lo están destruyendo en nombre de una república imaginaria, los catalanes libres de nacionalismo decimonónico y centralismo unitarista, hemos de colaborar, sin exclusiones, en un proyecto que sepa enderezar Cataluña, con todos los que comparten el objetivo de construir el futuro juntos. En breve verá la luz un nuevo proyecto político, que pretende cubrir un espacio de centro, liberal y de clara reivindicación de la catalanidad como expresión suprema de la hispanidad, asumiendo el reto de construir un futuro mejor, mirando adelante y evitando caer en las trampas del inmediato pasado, con vocación constructiva y sin espíritu de revancha ni ánimo de buscar culpables.

Para volver a hacer de Cataluña un motor económico y un país líder en innovación tecnológica, transición energética y economía circular, de modo que podamos corregir las desigualdades y construir una sociedad más justa. En catalán, para los catalanes, que es decir para todos los españoles.