Opinión
Demagogia y pensiones fin de año
Pedro Sánchez tacha los días que le faltan para ser investido. El problema es que ignora cuántas fechas tiene todavía por delante. Eso le irrita y genera nervios a su alrededor. Habrá investidura, pero acumula retrasos y, por primera vez, hay dirigentes socialistas que transmiten incertidumbre: «Confiamos en que esto no se vaya más allá de enero», dicen mientras cruzan los dedos. El Gobierno en funciones, por si acaso, pretende que pensionistas, funcionarios y los beneficiarios del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) –13 millones de afectados– se consideren rehenes de quienes entorpezcan la investidura.
El último Consejo de Ministros, amparado en que quiere ser escrupuloso con la legalidad, ha declinado subir las pensiones, el salario de los funcionarios y el SMI como anunció hace tiempo. La inefable portavoz, Isabel Celaá, culpa con desparpajo a los que llama «responsables del bloqueo» de que trece millones de españoles deban esperar por lo suyo. Sánchez, no hace tanto, no tuvo problemas para que los abogados del Estado encontraran fórmulas legales para desbloquear fondos de la financiación autonómica. Ahora intenta que pensionistas, funcionarios y beneficiarios del SMI presionen a quienes deben faciltiar la investidura.
La subida de las pensiones, del 0,9 por ciento, llegará y con efectos retroactivos. Para una pensión media, que en España es de 1.143 euros al mes, supone un aumento de 10,28 euros mensuales. Ni tan siquiera para quienes tengan una situación más precaria esa cantidad cambiará nada sustancial. Todo lo demás es demagogia. Toda subida es bienvenida, pero por muy apurado que esté un pensionista el que comience a cobrar 10 euros más en el mes de enero o en febrero no mejorará su vida. Los pensionistas no son tontos. Pueden ignorar los problemas financieros de la Seguridad Social, pero nadie les hará comulgar con las ruedas de molino de que hay quienes bloquean una subida de pensiones si, después, cuando llega, el aumento se reduce a 10 euros al mes. Sánchez intenta trasladar esa presión a ERC, pero es probable que ni tan siquiera se den por aludidos. Su batalla es otra. Demagogia y pensiones fin de año.
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