Opinión

Discurso

Todos los años en los primeros días de enero el Papa recibe en audiencia al Cuerpo Diplomático. Tradición que se renovó el pasado jueves con la presencia en la Sala Regia del Palacio Apostólico de los embajadores de los 183 países que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede. El discurso de Francisco se acomodó a los recios tiempos actuales que precisan idénticas dosis de realismo y esperanza. «Desgraciadamente – dijo- el año nuevo no parece estar marcado por signos alentadores sino por una intensificación de las tensiones y la violencia». Aludía sin duda a la crisis entre Irán y los Estados Unidos que esos días amenazaba con «crear las bases de un conflicto a mayor escala que todos desearíamos evitar». Por fortuna el huracán parece haber amainado y, al parecer, se ha transformado en uno de los muchos temporales bélicos que turban la meteorología del planeta.

Durante los 48 minutos que empleó para leer su discurso Bergoglio citó explícitamente 26 países ,entre ellos los nueve que ha visitado en el 2019; los restantes son escenario de guerras o violencias. Llamó la atención la total ausencia de referencias a China que sigue siendo uno de los objetivos prioritarios de la diplomacia papal; en su discurso del pasado año dedicó un amplio párrafo a comentar al Acuerdo Provisional firmado entre la Santa Sede y la República Popular de China sobre el nombramiento de Obispos. Algunos observadores opinan que este «olvido» indicaría que hay un cierto estancamiento en las relaciones vaticanas con el inmenso país asiático; expresión del mismo sería que en el curso de los últimos meses sólo se hayan nombrado dos nuevos obispos cuando las diócesis vacantes en China son más de cuarenta.