Opinión
¿Ratzinger?
Parece haber amainado, por fin, la borrasca suscitada por la aparición de un libro sobre el celibato sacerdotal supuestamente atribuido a Benedicto XVI y al Cardenal Robert Sarah. Siete días después de su aparición y difusión en diversos países una cosa ha quedado suficientemente clara: el Papa emérito, a través de su secretario personal el arzobispo Georg Gänswein, ha pedido que se retire su nombre como coautor del libro y de quitar su firma de la introducción y conclusión del mismo. ¿Cómo se ha llegado a tal embrollo? También aquí las cosas han sido clarificadas. Hemos asistido a un enésimo intento de contraponer al emérito con Francisco sobre un tema, el celibato de los sacerdotes de rito latino que –recordémoslo– no es ni ha sido nunca un dogma sino una disciplina eclesiástica sometida a diversos vaivenes a lo largo de la historia milenaria de la Iglesia. La evidente manipulación tiene su origen en el periodista francés Nicolas Diat, autor de la introducción y promotor del volumen, que lleva años defendiendo la candidatura del cardenal (nacido en Guinea Conakry hace más de 75 años) como candidato a la sucesión de Bergoglio. No me atrevo a asegurar que Sarah sea del todo consciente de esta maniobra pero, al menos en esta ocasión, ha dado pruebas de una manifiesta ingenuidad. En lo que se refiere a Ratzinger nadie puede negarle su derecho a escribir sobre esta cuestión o sobre cualquier otro tema que considere importante. Pero es evidente que el suyo ya no es magisterio pontificio sino la opinión de un eminentísimo teólogo que sigue siendo Obispo pero dimisionario por libre voluntad y firmemente decidido a que no se le contraponga al Pontífice reinante.
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