Opinión

Sin marcha atrás

Una de las leyes que siguen los que aman caminar es no volver nunca la vista atrás; importa desde luego que el paso sea más o menos rápido pero es fundamental no rehacer el camino metiendo la marcha atrás.Cuando uno mira la Iglesia con frecuencia puede venirle un cierto desánimo porque se da cuenta de que camina despacio, a veces demasiado como si cada uno de sus paso necesitase un detenido examen. Pero, objetivamente, nadie puede negar que desde el Concilio Vaticano II el enorme paquidermo eclesial no ha dejado de moverse y de avanzar. La mejor prueba de ello es que no han faltado en estos años grupos que hubieran deseado detenerle e incluso obligarle a frenar o dar marcha atrás. Estas obvias reflexiones me parecen oportunas cuando consideramos el papel de la mujer en la Iglesia. Cualquier observador constatará que es enorme, insustituible en terrenos como la educación, la asistencia social y sanitaria, el impulso misionero. Centenares de miles de féminas se dejan los huesos y la vida extendiendo el reino de Cristo en el mundo. Paradójicamente en los puestos de mando la presencia femenina era hasta hace pocas décadas inexistente o insignificante. También aquí las cosas están cambiando y Francisco ha dado algunos pasos significativos: el último,poner al frente de la sección de la Secretaría de Estado que se ocupa de la diplomacia multilateral a una mujer, la italiana Francesca di Giovanni. La Secretaría de Estado es, por así decirlo, la sala de mando de la Iglesia; en ella trabajan desde hace años algunas religiosas y seglares pero ninguna de ellas en puestos de dirección. Desde el 15 de enero es cosa hecha; más vale tarde que nunca , comentara alguno y con razón.