Opinión
Batalla en Madrid, impuestos y muerte
Desplome en las bolsas europeas y también en Estados Unidos. El dinero es miedoso y el coronavirus asusta, sobre todo desde que se ha instalado en una de las zonas más prósperas de Italia. Los médicos insisten en que la alarma es excesiva, pero el temor es libre y tan contagioso como ese y cualquier otro virus. Ocurra lo que ocurra con la situación sanitaria, la economía mundial sufrirá, desde Shanghai a Roma, desde China a Estados Unidos en plena campaña electoral, con Trump con mucha ventaja, aunque no por eso bajará la guardia. España no será una excepción. Hay expertos que, sin que nada se complique, ya prevén que el PIB se quedará en el 1%, muy por debajo del 1,6%, la última previsión del Gobierno de Sánchez. Sin coronavirus, las empresas del Ibex ganaron menos en 2019 y, claro, tributaron menos, lo que complica que la vice Calviño y la ministra Montero logren cuadrar las cuentas. Todos pendientes de hasta dónde llegó el déficit en 2019 que, sin ingeniería fiscal, podría irse más allá del 2,5% sin maquillaje contable.
El Gobierno, todavía en sus primeros cien días, tiene ya muchos frentes abiertos, y aunque dispone de casi cuatro años para cerrarlos, no dejan de ser un incordio, como la revuelta de los agricultores, con la que no contaba. Sánchez está decidido, para calmar al campo, a cambiar Fondos de Cohesión para mantener la PAC (Política Agraria Común), pero también es posible que hubiera hecho lo contrario si las protestas procedieran de las Comunidades receptoras de esos fondos. Ahora, con la legislatura apenas iniciada, el único objetivo inmutable del Gobierno y de su equipo económico-fiscal es dar la batalla de Madrid, más allá de que ahora disfrute con el lío del PP vasco. La Comunidad de Madrid, para Sánchez y Montero, su ministra de Hacienda, son el ejemplo mesetario-fiscal de la aldea gala de Axterix. Madrid se le resiste al PSOE desde hace 25 años, un cuarto de siglo en el que la Comunidad ha protagonizado un espectacular salto adelante, cimentado, entre otras cosas, en una fiscalidad menos asfixiante que la del resto de España y que Montero quiere cargarse en aras de una teórica igualdad entre los españoles. Todo es una excusa para desgastar al Gobierno de Madrid porque no es del PSOE y la munición elegida es una subida de impuestos. La memoria es frágil, pero Joaquín Leguina, el último presidente socialista de Madrid, intentó introducir un recargo del 3% en el impuesto sobre la renta. Lo tuvo que disuadir el mismo Felipe González, pero fue el principio de su final. Ahora el PSOE quiere ganar la batalla de Madrid gracias a los impuestos. Hay quien piensa que es posible y que hay votantes para todo. Benjamin Franklin y Daniel Defoe tenían razón: «Lo único real en este mundo es la muerte y los impuestos». (Continuará)
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