Opinión

La coartada fiscal del coronavirus

Nadia Calviño y María Jesús Montero, las caras económicas del Gobierno, más allá de lo coordinadas que estén, no tienen más remedio que poner buena cara al mal tiempo. El coronavirus, es inevitable, pasará una factura notable también a la economía española. Las ministras de Economía y Hacienda saben que tienen que revisar a la baja sus previsiones para 2020. Solo esperan el mejor momento –político- para hacerlo, porque siempre es un trago amargo, aunque en esta ocasión el Gobierno esté libre de culpa en el origen del problema. Sí puede ser responsable de cómo se solucione y de la magnitud de los efectos. Calviño y Montero, obligadas a buscar el lado positivo, se aferrarán a la coartada que ofrece el coronavirus de torear las reglas fiscales establecidas por la Unión Europea (UE). El portugués Mario Centeno, presidente del Eurogrupo –consejo de ministros de Economía y Finanzas de la UE–, reunido por teleconferencia el miércoles, levantó la veda: «Nuestras reglas fiscales otorgan flexibilidad ante eventos inusuales fuera del control del Gobierno».

La flexibilidad fiscal en la UE significa manga ancha con los déficits públicos, con el argumento de no perjudicar la actividad. Una gran noticia para Montero, liberada de algunos equilibrios para afinar unas cuentas públicas que no acaban de cuadrar. También permitirá a la pareja Sánchez–Iglesias gastar más, cobijados bajo el paragüas de las medidas para mitigar los efectos económicos de la epidemia. Sin embargo, las facilidades fiscales europeas pueden tener efectos perversos. El termómetro de la prima de riesgo no miente y, en las últimas semanas, ha subido un ¡40%! El coronavirus pasará, pero la economía española puede salir de la crisis con algún rasguño o con heridas muy profundas si se lanza por el precipicio del gasto incontrolado, los déficits desbocados y una deuda pública todavía más disparada para pagarlo todo. Ocurrió en 2008 y puede repetirse. ¡Ojo!

El coronavirus, por otra parte, proporciona una coartada adicional a la ministra de Hacienda para avanzar en uno de sus grandes objetivos y del Gobierno, aplicar una subida generalizada –y muy considerable– de impuestos, desde el IRPF al IVA o las cotizaciones sociales, con el argumento imbatible de que hacen falta todos los recursos posibles para hacer frente a esta crisis. La lucha contra el coronavirus es prioritaria –y se llevará por delante a los Gobiernos que no lo hagan bien–, pero eso no impide que también sea la coartada perfecta para gastar más y subir impuestos.