Opinión
La última defensa ante el Covid-19
Claudio Magris, escritor italiano con una cierta popularidad en España, dijo una noche en el hotel Ritz de Madrid, cuando recibió el premio Cuco Cerecedo de periodismo, que «tras la lengua, la moneda es el elemento que más contribuye a hacernos sentir en casa o desplazados». La pandemia del coronavirus será dura, pero también será vencida, por la ciencia y por la propia y extraordinaria capacidad de adaptación de los humanos. Lo más urgente, lo perentorio, es controlar la enfermedad sin escatimar recursos, pero sin olvidar que habrá un día después.
La batalla contra el coronavirus aflorará lo mejor y lo peor de cada sociedad y, por supuesto, del proyecto europeo. Habrá tentaciones insolidarias, quizá por parte de los países más prósperos, y veleidades aislacionistas, anheladas por extremistas radicales tanto de izquierda como de derecha. La Unión Europea está obligada a alumbrar un plan global para hacer frente al presente y al futuro derivados de la crisis del coronavirus. La solidaridad europea es importante, pero aunque no sea todo lo generosa que algunos desearían, lo verdaderamente fundamental es que el proyecto no se quiebre. El euro, con todos sus problemas y con sus ventajas innumerables, es la última defensa ante el coronavirus en estos momentos de crisis aguda y lo será todavía más en el que ya se prevé largo día después.
Mañana lunes hay prevista una reunión –ya sea presencial o por videoconferencia– de los ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE), a la que asistirá Nadia Calviño, en la que intentarán acordar planes conjuntos para afrontar las consecuencias del coronavirus. El acuerdo no será sencillo y puede reaparecer la división entre los países del norte y del sur, con Francia en medio. Sin embargo, el pacto es capital para todos y también a todos les convendría olvidar sus pequeños/grandes egoísmos, igual que en España resultan patéticas las suspicacias de algunos prebostes más o menos «indepes» ante medidas nacionales –que pueden ser discutibles, aunque no es el momento– adoptadas por el Gobierno central. Los virus no entienden de fronteras europeas y mucho menos autonómicas. Para España, además, la UE y, sobre todo, el euro, son la última defensa ante el coronavirus. No acabarán con el virus, pero permitirán que el futuro sea infinitamente más sencillo. Será difícil, pero sin la UE y el euro sería muy sombrío.
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