Opinión

Pisuerga, Covid-19 y complejos varios

Olaf Scholz y Peter Altmair, ministros alemanes de Finanzas y Economía, son algo así como la versión germana de la pareja que está al frente de la economía española, Nadia Calviño y María Jesús Montero. El viernes, mientras el Gobierno español navegaba en círculo alrededor de sus propias contradicciones, los dos teutones anunciaron garantías ilimitadas –aval público– a los bancos para los préstamos a las empresas. La medida pretende que los bancos presten dinero a las compañías que lo soliciten y, sobre todo, que aplacen los cobros de los vencimientos –intereses y/o principal– de las compañías que se queden sin ingresos por el parón de la actividad económica. Sin esos avales, los bancos estarían obligados a ejecutar muchos créditos, lo que provocaría cierres de empresas. Además las entidades financieras tendrían riesgos de solvencia y eso –aunque algunos miembros del Gobierno no lo supieran hasta ahora– también pondría en peligro, no ya los beneficios, sino la seguridad de los depósitos de millones de españoles.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, planteó el jueves pasado –antes de que actuaran los ministros alemanes– a Nadia Calviño una medida similar. La vicepresidenta y también su colega Montero lo entendieron, pero necesitaban tiempo porque, como parte del Gobierno, se veían atrapadas por el temor a que Pablo Iglesias y los suyos se opusieran con el argumento de que se ayudaba a la banca. El líder de Unidas Podemos, además de saltarse la cuarentena, creyó vislumbrar una oportunidad para sugerir la nacionalización de grandes sectores, desde las eléctricas a la sanidad privada. Nunca pensó que ahora fuera a lograr su objetivo, pero sí logró dejar su mensaje en el Consejo de Ministros, con la intención evidente de que trascendiera y también de presionar a otra parte del Gobierno. Sánchez, desde su «faltering» –titubeante– actuación, según el New York Times, no tendrá más remedio que adoptar una medida similar a la de Alemania. Lo hará, pero no sin dejarse pelos en la gatera y obligado a ceder en otros asuntos ante Iglesias, que correrá a apuntarse la medalla de las medidas sociales y que –para pagar todo– defiende un aumento de la deuda pública que estrangularía a España durante décadas. El Covid-19 ha provocado un colapso –por ahora temporal– de la economía. Ahora, lo prioritario es vencer a la enfermedad y destinar todos los recursos que sean necesarios, pero además hay que mantener vivas a las empresas, aunque sea con respiración asistida y olvidarse, por ejemplo, de complejos sectarios sobre los bancos y, desde luego, no aprovechar en beneficio propio que el Pisuerga pasa por el Covid-19. La pandemia no se vence ni con nacionalizaciones, ni con populismo y mucho menos con independentismo, al estilo Quim Torra.