Opinión

La sombra que desvela a Sánchez

Pedro Sánchez rechazó la entrada de Pablo Iglesias y de Unidas Podemos en el Gobierno antes del verano pasado con el argumento de que «no dormiría tranquilo». Unos meses más tarde, el líder del PSOE se tragaría sus palabras y ahora en el Consejo de Ministros que debe afrontar los mayores retos en décadas se sientan los gerifaltes podemitas. Quizá no le quite el sueño al inquilino de la Moncloa, pero son algo así como su sombra y, desde luego, sí le desvelan. Los equipos de Sánchez y de Iglesias, hasta que les estalló en las manos el coronavirus, intentaron transmitir que ambos políticos vivían una especie de luna de miel. Desbordados por la pandemia, presidente y vicepresidente segundo, procuran mantener las apariencias, pero la procesión va por dentro. Las interminables, por momentos tediosas, apariciones de Sánchez en televisión durante el fin de semana, también tenían el objetivo de escenificar quién manda, después de que Iglesias rompiera la cuarentena para lanzar un mitin desde la Moncloa. Son el jefe del Gobierno y el número tres que, ahora con Carmen Calvo ingresada, sería el ¡número dos!, y se fían tanto uno de otro como los protagonistas de la serie «House of Cards», con las intrigas de la política americana de fondo, que muchos han decidido volver a ver para mitigar la cuarentena.
Pablo Iglesias, con Carmen Calvo fuera de juego, ahora mismo se quedaría al frente del Gobierno si a Pedro Sánchez le ocurriera algo que nadie desea. No es una broma. No está claro si el inquilino de la Moncloa tranquiliza o preocupa cuando acapara la pantalla televisiva, pero el líder de Podemos alarmaría mucho más, en unos momentos en los que, por ejemplo, el futuro –y también el presente– económico de España depende de la Unión Europea. Sin el paraguas europeo y del euro, España nunca conseguiría los recursos que necesita –al margen de la cuantía, que será enorme– para vencer a la pandemia y seguir hacia adelante. El Gobierno ha titubeado, en el terreno sanitario y en el económico, ha actuado tarde en definitiva, porque Sánchez miraba de reojo a Iglesias, sin que eso exima al presidente, aunque explique su actitud. El Estado de Excepción ha estado sobre la mesa, pero el inquilino de la Moncloa no se atrevió a dar el paso, fuera o no lo más correcto. Las dudas y reticencias sobre las ayudas financieras, a través de los bancos, a empresas y autónomos recordaban las discusiones de los teólogos bizantinos sobre el sexo de los ángeles mientras las tropas de Mehmet II asaltaban Constantinopla. Urge vencer a la pandemia con los medios que sean necesarios, pero también sin dejar de defender la libertad y además olvidar tentaciones hipócritas, sobre todo cuando ya hay más de dos mil muertos y en el horizonte se vislumbran más millones de parados. Sí, hay una sombra que desvela a Sánchez, incluso por el día. No es el único.