Opinión
...Y nos quedará el papel higiénico
Pablo Iglesias, día a día, cada vez influye más en el Gobierno y condiciona las decisiones de Pedro Sánchez que, a pesar de todo, sabe es su futuro gran rival electoral. Iván Redondo, amparado en una antigua y cordial relación, vigila y mima al mismo tiempo al líder de Podemos. El vicepresidente segundo, que ya ha soñado con presidir un Consejo de Ministros si Carmen Calvo sigue en cuarentena y Sánchez cayera enfermo, tensa la cuerda incluso sin pretexto. Ayer, con los empresarios al borde de un ataque de nervios tras las últimas medidas del Gobierno, Iglesias incendió las redes sociales con la cita del artículo 128 de la Constitución: «Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual sea su titularidad está subordinada al interés general». Poco después, le respondía el economista socialdemócrata y profesor de la Universidad de Alcalá, José Carlos Díez: «En la peor crisis económica de la historia, con máxima incertidumbre para invertir y crear empleo, España tiene un vicepresidente del Gobierno obsesionado con expropiar empresas».
Lo primero es la lucha contra la pandemia. Sin embargo, habrá un día después, y será muy dificil, con una recesión económica «que podría dañar la salud tanto como el coronavirus», apunta Antoni Trilla, jefe de Epidemiología del Hospital Clínico de Barcelona. España necesitará que vuelvan los turistas, pero también inversión y empresas que creen y mantengan puestos de trabajo y reemplacen a los millones ya destruidos, algunos como respuesta a la confusa y errática política del Gobierno. Con Carmen Calvo neutralizada, no solo por el Covid-19, con María Jesús Montero, con el fisco al borde de la quiebra, todo indica que Nadia Calviño, que no es política, ha perdido la batalla ante la aguerrida y muy inteligente Yolanda Díaz, que no está en el núcleo duro del que dirige el «Estado de Alarma», pero que emerge como la voz que impone su criterio y que ocupa espacio público en donde se arroga la defensa de trabajadoras y trabajadores mientras siembra sospechas sobre los empresarios. Gregorio Morán, siempre vitriólico y ácido, se asombra de que en el lenguaje inclusivo de Sánchez el Gobierno excluya hablar de «muertas» y «muertos». La corrección de errores del decreto de hibernación del país será infinita. La industria farmacéutica es esencial, pero los medicamentos necesitan envases, muchas veces plásticos, que dependen, en parte, del sector químico y, así, sucesivamente. No es tan fácil hibernar un país, aunque se permita –es obvio– la fabricación de productos higiénicos que, a su vez, requieren de otros sectores productivos, lo que nos permitirá estar tranquilos, porque pasados los acaparamientos iniciales, siempre nos quedará el papel higiénico, ¿o no?, aunque también faltó en los regímenes totalitarios con los que sueñan algunos.
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